domingo, 7 de abril de 2024

EECTORALISMOS Y TEATRO

 

Sería alarmante que el destino de España estuviera en manos de los separatistas, según que decidieran lanzarse a su destrucción o a estrangularla como hace la boa constrictor con sus presas. Pero sería más alarmante que se tenga el peligro por una farsa a lo "Mago de Oz"en virtud de su improcedencia e irracionalidad.


La estrella de las elecciones catalanas, y soterradamente de las vascas, es el referéndum de independencia. Más que la amnistía, porque se da por amortizada, una vez que la presunta “mayoría social” se la ha tragado cuando no la aplaude. Pero en una y otra cosa hay bastante sinceridad, por mucho que cueste admitir que vaya en serio.


Sobre la propuesta nacionalista del referéndum hay una extraña coincidencia entre el Gobierno y buena parte, que me atrevería a considerar mayoritaria, de la opinión derechista o constitucionalista en general (es decir de políticos y comentaristas). Para ambos se trata en lo fundamental de teatralidad electoralista. Una especie de comedia para ganar la Generalidad y reiniciar el eterno retorno del pedir más y recibir no menos. Pero mientras esta derecha, digamos que formalista, cree de veras que todo va de teatro y a lo sumo de “ensoñación” calculada, el Gobierno hace más bien teatro promoviendo que todo es mero teatro electoralista, a sabiendas de que se la juega. Tal diferencia de talante conlleva evidentes consecuencias pero hay que detenerse primero en lo que puede mover a esta confianza de unos y otros en el plano objetivo.


Creo que hay dos razones que predisponen directamente a tomarlo todo por una comedia, la comedia de jugar al “independentismo” sin buscar en serio la independencia. La primera es la estupidez en sí de la independencia. No por la falta de fuerzas y empeño para lograrlo, sino por lo absurdo de arriesgar el “hinterland” fáctico en términos económicos y sociales de Cataluña y el País Vasco que es el resto de España. Incluso para estos la pertenencia foral a España es un verdadero chollo, mientras que para Cataluña lo sería plenamente sino delirasen entregándose a la independencia “¡ya!”. La ceguera del nacionalista medio sobre esta evidencia es proverbial pero necesaria porque sin ella carecería de verdadera motivación moral. ¿Cómo se puede ser víctima de aquellos de los que te beneficias en las condiciones más ventajosas, aunque haya también un beneficio mutuo?


Coincidiendo con el tiempo dorado del PSOE, los prebostes nacionalistas saborearon los sabrosos frutos que depara la “honorabilidad” sin necesidad de lealtad, incluida la inmisericorde colecta de “las nueces”. Ya desatada la rebatiña contra el Estado, la superchería de “Espanya ens roba”, fue suficiente para arrastrar a los remilgados en plena zozobra de la crisis económica mundial. El hecho de que, con todos los reparos que se quiera, se haya restablecido la sensación de la prosperidad, invita a pensar que los separatistas de la pela y las nueces no están para más aventuras.


La segunda razón es la frustración con la que se saldó la proclamación de la independencia. En este punto han incidido importantes comentaristas constitucionalistas, en línea con su presunta “ensoñación”, según estimación del Supremo. De aquel evento se ha extraído la conclusión de que los nacionalistas catalanes, vanguardias y masas, carecen de las necesarias “agallas” y la voluntad para ejercitar y poner a prueba su fuerza. Incluso la santurrona aplicación del 155 parece haber sido suficiente para amansar a la fiera, sin necesidad de proceder a una higiene más esmerada.


Respecto a la primera razón hay demasiado de prejuicio liberal o si se prefiere racionalista. Como escribió Orwell sobre el desprecio que expresó Wells a las posibilidades de victoria de Hitler en 1941 y en general a las posibilidades de la política totalitaria en el mundo moderno:

Kipling había comprendido el atractivo de Hitler, y en este sentido, también el de Stalin, cualquiera que hubiera sido su postura al respecto. Wells es demasiado cuerdo para entender el mundo moderno”.


Los nacionalismos subversivos son fuerzas no ya emotivas sino en esencia irracionales, lo que paradójicamente, como ocurre con los proyectos totalitarios de todo tipo, su irracionalidad no está privada de lógica. Mas bien despliegan una lógica de acero ventajosa porque su falta de escrúpulos y controles morales deja pasmados a los creyentes en la elemental moralidad de los servidores públicos o aspirantes a ello.

Pero más allá de esta apreciación general es una evidencia que el auge del nacionalismo catalán y vasco se ha sazonado con el autoengaño de que su aventajada prosperidad es merecida y se ha conseguido a pesar del “opresivo corsé” de España. Pues al fin y al cabo tal autoengaño apadrina al objeto del culto supersticioso independentista: la incompatibilidad cultural e identitaria y porque no racial respecto al resto de España. (Obvio este asunto capital que merecería mayor detenimiento pero que desviaría del asunto.)


Respecto a lo segundo no descubro nada si todo nacionalista que se precie cree en su fuero interno que se “ha perdido una batalla pero no la guerra”. ¿Pero ya no tienen ganas de volver a la guerra? Sería paradójico que estuvieran definitivamente escarmentados una vez que el Estado se ha desarmado jurídica y moralmente. Pero sobre todo cuando su mirlo blanco Sanchez se aplica a expoliar todos los fondos morales y legales de la nación. Tanto que cabe preguntarse: ¿Su evidente empatía por los intereses nacionalistas es sólo táctica para seguir en el poder o tiene algo de comunión doctrinal? Es sabida su hipocresía y mendacidad pero no es menos evidente que su destinatario es España y la Constitución.


En política “se hace camino al andar”, pero la cuesta abajo te empuja a correr. Masas educadas en “la belleza y a justicia” de la independencia podrán seguir su vida tan panchos cualquiera que sea el status quo, pero nunca desprenderse del resquemor y la frustración que les hace vivir como “perdedores”, permanentemente en guardia y con ganas de saldar cuentas cuando llegue la oportunidad. En su fuero interno venderse por la pela sería como vender el alma al diablo, pero no menos sienten que con alma o sin ella, con rebelión o a paso de tortuga, nada tienen que perder.


Ni el sanchismo ni el formalismo de derechas se lo toman en serio. Los primeros achacan este irredentismo victimista a la existencia de la derecha y a las taras congénitas de España que la derecha perpetua, los segundos a desvaríos de quienes no tienen más remedio que sentar su cabeza y dedicarse a prosperar con “las cosas que importan”.


¿Piensan los líderes separatistas que ha llegado la hora?No se puede saber exactamente pero hay algunas evidencias incontestables. La primera es la complicidad a toda prueba de la masa nacionalista, por lo que nada impediría movilizarla incluso hasta la unilateralidad si hiciera falta. La segunda es la incertidumbre sobre la fortaleza de Sanchez para sostenerse con la revitalización del procés. La tercera es hasta donde estaría dispuesto a aguantar Sanchez y las masas “progresistas”, lo que en el caso de Sanchez depende de su capacidad para conservar la complicidad de estas.


A corto plazo los separatistas pretenden consolidar su posición privilegiada de permanente chantaje, en tanto desembrollan la mejor forma de alcanzar la independencia, el asalto o transición permanente. El sanchismo pretende un compromiso duradero que por su naturaleza no puede tener límite y estaría en la línea de esa transición permanente pero con toda la sordina que sea posible. Ante la evidencia de que las concesiones no pueden ser infinitas sin tener que dar el salto definitivo y ante lo no menos evidente que los nacionalistas nunca admitirían un acuerdo definitivo que no fuera la independencia, el sanchismo tiene que conformarse con “ganar tiempo” (¿para qué?): confiar en el cansancio separatista o en que tarde o temprano la sociedad española se vacíe de contenido y le sea indiferente la desaparición de España.


¿Tiene tiempo entonces? El que concede que no sólo es un gran amigo”, sino el único posible y que, desaparecido, los separatistas tendrían que vérselas con verdaderos enemigos. Situación que sería inaudita.


Si los separatistas pretenden en serio la independencia la ecuación no es fácil de resolver. La alternativa de la transición infinita depende de la perpetuidad del bloque sanchista en el poder, porque no es fácil que esta legislatura permita la preparación necesaria para dar en ella el salto definitivo. Precipitar por contra el asalto decisivo podría provocar la defenestración de Sanchez, por muchas que sean las agallas de este.


Sea como fuera y por mucho que se quiera obviar lo único cierto es que estamos en el interregno.





sábado, 23 de marzo de 2024

DE MILAGROS Y CORAZONES GREGARIOS

 

Se da por descontada la capacidad de SZ de llevar del ronzal cada vez más cerca del precipicio a su cuerpo electoral. Pero no por previsible es menos significativo. En gran medida su aventura depende de la conservación intacta de esta intendencia electoral. Es tan sutil e incierto el equilibrio del que depende que cualquier grieta puede desmoronar el edificio. SZ se ha hecho fuerte al transformar el “espíritu de partido” que lo aguanta casi todo en espíritu de secta, o si se prefiere de “macro secta”, dispuesto a todo. Para lo primero bastaba combinar la adhesión inquebrantable con la paciencia comprensiva; pero para lo segundo la cohesión se transforma en complicidad. ¿A cambio de qué? De la supervivencia por supuesto, pero de la victoria por encima de todo. SZ ha prometido victoria y ha demostrado ser capaz de darlo todo. Los más venerables socialistas andan espantados en su ostracismo. No sólo por lo que se temen sino porque no pueden comprender nada, más allá de constatar las evidencias. “¿Qué hemos hecho para que pase esto?” Para que todo no quede en un melancólico desparrame harían bien en preguntarse e indagar.


En la tesitura de las elecciones catalanas SZ precisa de la complicidad macro sectaria por encima de todo. Salvo milagro tener que entregar la Generalitat al prófugo sean los que sean los resultados que obtenga Illa puede alarmar al gregario más coriláceo. Ironizaba, creo, C. Alsina con la posibilidad de SZ tuviera una oportunidad inigualable, en el caso de que rechazara el “chantaje” y se negase a aceptar el referéndum de independencia. Eso le permitiría a SZ, bromeaba, creo, Alsina, presentarse convocando elecciones como salvador de la patria además de gran reconciliador. Como parecía ir en serio los contertulios sólo alcanzaron a manifestar un pasmo balbuceante. Pero bromas o veras hay una verdad contundente.


Salvo milagro SZ va a tener que elegir entre entregar la soberanía española y el consiguiente proceso destituyente o la convocatoria electoral urgente. Sólo un pacto de “caballeros” con el prófugo consistente en el aplazamiento sine die de la negociación de los detalles y flecos del referéndum, a cambio de soberanía fiscal, deportiva y jurídica, por ejemplo, podría dar un respiro a SZ sin tener que exponerse al previo súbito resquebrajamiento de su secta.


¿Qué sentido puede tener eso para el “molt honorable” que se nos avecina si nada tiene que perder jugando a por todas? ¿Cómo va a despreciar la carambola que le ha preparado el actual Felón?


Éste sólo puede amenazar con las consecuencias de unas elecciones que devolverían el gobierno a la derecha, pero a estas alturas está claro lo ridículo de la amenaza de quien no está dispuesto a inmolarse sin conseguir su sueño histórico. Sin que incluso los suyos no lo tilden de otro fraude como tildaron a ZP al convocar elecciones.


Sin despreciar esta exposición en la que se ha metido, presumiblemente a SZ le resultaría más fácil convencer a los suyos de que todo hasta ahora tiene sentido y que también lo tiene volver grupas al borde del abismo porque se ha hecho todo con la mejor intención.


¿Pero por qué no extraer conclusiones más profundas? Llegados al punto en que se ha llegado, bien ensuciados todos solidariamente, ¿por qué no se puede apurar la complicidad hasta el fin? ¿Por qué no pueden todos quedar convencidos de que el referéndum a la medida del separatismo traería la “reconciliación perfecta”? Esa reconciliación que congratularía definitivamente a la Plurinación. En el colmo “dos independencias bien valen la República”.


Pues eso, SZ ha decidirse entre la ironía y la tragedia, salvo milagro. Todo se reduce a como calibrar cuanto pesa en los suyos todavía el afecto por esa “anomalía democrática” llamada España, cuan “discutida y discutible” es esa nación en el animo profundo del “progresismo” y a efectos de cohesión solidaria.


Lo único evidente es que cualquier decisión nada tendrá que ver con el patriotismo. ¡Vade retro!Es más el corazón revanchista del Felón se inclina sin duda alguna a cortar la hierba de los pies de su Nación hasta donde haga falta. Para poner la historia en su sitio, en su corral por supuesto. Bonito eso de tener que elegir entre el corazón y el posibilismo. Lo que quiere el corazón sanchista es seguro, las posibilidades de una satisfacción gregaria por la vuelta atrás son bien dudosas e insondables cuando se trata de los corazones ajenos, por muy gregarios que sean. ¿Cuanto se identificará la grey con el sentido desprecio de su Campeón por esta "anomalía" histórica?

sábado, 16 de marzo de 2024

TODO SE PRECIPITA

Creo que la convocatoria electoral catalana pone a SZ ante la tesitura que quería evitar. Si todo se desenvuelve de la forma más probable tendrá que optar entre conceder el referéndum puro y duro de independencia o convocar elecciones generales. Junts va a estirar el chicle hasta el límite. No participará en Gobern alguno que no ponga el referéndum como condición sine qua non para la continuidad de la legislatura sanchista. Ante un gobierno PSC Esquerra, Puigdemont sólo sostendría a SZ si éste entrega el referéndum. De la misma forma un Gobern de separatistas sólo podría firmarse con la exigencia del “referéndum YA”.

Lo dicho, la bromita de Colau priva a SZ de la iniciativa para modular el camino del referéndum, tal como éste pretendía. El sueño confederal que lo prevendría de la obsolescencia se desvanece. De inclinarse por tragar ya del todo hasta la autodeterminación sin doblez tendrá que vencer los miedos y el peligro de espantada de su base social, lo que sólo puede hacerlo subiendo la apuesta, rumbo a la República bolivariana con un previsible referéndum destituyente complementario de los referendos separatistas. O sea el no va más. Lo único seguro es que antes que convocar elecciones se va a revolver como la fiera que es. No habrá tímpanos que resistan el estruendo que se avecina. Mientras deshoja la margarita y espera milagros.


sábado, 9 de marzo de 2024

"NEGOCIEMOS PUES"

 Un vistazo al panorama que inaugura la auto amnistía.

Lo que venga tras el desmantelamiento del Estado de derecho depende obviamente del cálculo de fuerzas que hagan los separatistas. Y de su arrojo. Es un momento decisivo porque en gran medida el “procés”colapsó por la ausencia de apoyo internacional ante su ilegitimidad e ilegalidad. Desde ahora la ley de amnistía, de no ser rechazada en Europa, voltea la lógica y convierte en ilegítima e ilegal la defensa del Estado. No es moco de pavo ante el mundo. De consumarse sus efectos toda la iniciativa queda en manos separatistas.


Ante una legislatura vacía y tal vez única tienen estos por delante la independencia o la Confederación. El todo por ver o el pájaro en mano. De lo que supondría la independencia no hay que hablar; mientras que el interregno de la Confederación, es decir Cataluña y el País Vasco como Estados asociados en igualdad frente a lo que fuera la otra parte , dejaría la independencia al cabo de su maduración.


La apuesta por la independencia inmediata depende pues del cálculo de los riesgos y del miedo a que de fracasar quede ad calendas graecas. Pero a su favor está que “ahora o nunca”.

Incluso pueden confiar en que no sea preciso montar otra insurrección abrupta y que Sz podría avenirse a bendecir un “referéndum integral” por poco que se le apriete. Este sujeto ha demostrado que la independencia de Cataluña no le hace ascos y lo tienen calado. Incluso en su delirio estaría dispuesto a creer que es el desenlace justo a la guerra civil y que la historia le acabaría agradeciendo dejar a España “en su sitio”. No debe extrañar. Ya está muy extendida en la izquierda que España nunca debió existir, que es una construcción fraudulenta y represora.


Pero no es eso lo más relevante para lo inmediatamente abierto. SZ. palpa el riesgo seguramente más que los separatistas. Espera convencerles de que lo que les conviene es la Confederación y pasarla por autodeterminación. Sería en beneficio mutuo un régimen bolivariano, fáctico o un poco encubierto, de la mano de Estados asociados enmascarados.


De no ser así ¿qué podría hacer el infame si se plantan y “lo vuelven a hacer” como pregonan? ¿y además si lo hacen en condiciones tan favorables? La respuesta es sencilla: oponerse con toda la fuerza del Estado y perder el sanchismo su razón de ser o sumarse dando todo el amparo preciso. Es obvio que esto último sólo tendría visos de éxito si se conjuga con el derribo integral del régimen constitucional empezando por la monarquía.


Como Sz sólo sabe elevar la apuesta el derrumbe conjunto de la nación y de la democracia pasarían por ser el acto de “justicia histórica” pendiente, la ansiada victoria de la guerra contra el “fascismo”. La posibilidad por el contrario de reprimir la separación en su raíz es inconcebible, por mucho que se piense que lo haría si así conserva el poder. A lo sumo podría amenazar y sólo dependería de que los socios se amedrenten. Pero estos saben que de fallar SZ les garantizaría el "mal menor" de la “vuelta a la reconciliación”, es decir a la prometida Confederación pasajera. Pero también con la intentona el Felón podría caer y eso son palabras mayores.


Decía que SZ por elemental prudencia confía en el “seny” de sus socios y amigos. Pero de la misma manera en la obediente fe de los suyos, es decir las izquierdas realmente existentes. Y como no duda de ello no le arredra tener que afrontar la apuesta más radical. Por la necesidad de los hechos y por su maestría en la domesticación ha conseguido, a través de pruebas de ensayo y error cada vez más comprometidas, la complicidad de los suyos en la mentira. No es difícil que de paso la consiga en la corrupción. Ya tragando con todo en pro de la “defensa contra el fascismo”, un régimen nacido de la victoria sobre la “mentira de la transición” podría compensar a los más remilgados por la desaparición de España y asegurar la Jauja y la Némesis de la mano de la “República progresista”.


El escenario desde esta perspectiva es tremebundo porque las “dos ocasiones históricas”, la independencia y la República, se pueden fusionar. ¿Acaso la reanudación del proceso independentista no sería ocasión propicia para el cambio de Régimen? Hacer de la necesidad virtud a lo grande.


La prudencia aconseja no correr tanto ¿pero sino hay más remedio que hacerlo? Por ahora hay demasiadas incógnitas a despejar y variables a asegurar para poder bendecir tanto atrevimiento. “Negociemos pues”.

domingo, 3 de marzo de 2024

FICCIONES

 

Sobre el veredicto de Arcadi Espada: “El Tsunami no fue más que una protesta estéril que se les acabó yendo de las manos a los nacionalistas, por la acción de los profesionales de la barricada y el fuego, aquellos que viajan allá donde la hybris, se trate de la independencia de Cataluña, los chalecos amarillos de Francia o los nazis de Alemania.” (El mundo, 1/3/24)

Lo sostiene un prejuicio que por alguna razón, le es muy caro. Que la traca final del Procés, el Tsunami, fue un alarde cantamañero condenado a la extinción por la flacidez patógena de los intrigantes. Este prejuicio comulga con al que le llevó a dictaminar que el independentismo estaba inexorablemente derrotado con el 155 y no había más caso.

Deja sin aclarar lo fundamental: Si hubo intento de subvertir el Estado, de lo que formaba parte por un movimiento de masas directo violento que implicaba la socialización del terror para instaurar la República catalana y si esto estuvo dirigido y planificado. De ser así ¿qué calificación merece según el orden legal vigente? De ser Puichdemont el instigador o partícipe de ella ¿Qué calificación jurídica merece?.

¿Cree por contra A. Espada que todo se limitaba a una serie de intentos polimorfos de incomodar la convivencia, porque no podía dar más de sí?

Se agarra a un sofisma: todo era sólo una ensoñación. ¿En qué sentido? ¿Porque eran tan flojos que aunque pretendiesen lo que seguramente pretendían no se iban a atrever a afrontar los riesgos? ¿Porque contaban con pases que fallaron como el beneplácito de la U.E.y otros? ¿porque contaban acaso que el Estado seguiría dormido para siempre? ¿Porque no querían en verdad lo que decían querer? ¿porque se engañaban a sí mismos al no poder parar la farsa?


Está en un lío: Es patético traer como argumento de autoridad el lavado de manos de Puigdemont.

¿Lo de Guardiola es un chiste?


Sobre la conclusión final:


“Lo más perturbador, sin embargo, es cómo las conclusiones de García-Castellón y el buche del Supremo contribuyen, paradójicamente, al principal propósito del Gobierno Sánchez, de los independentistas y de la infame turba aliada, que es el de disolver el Proceso en el ácido de la ficción.”


¿Cual es la ficción? ¿que pretendieran la independencia a las bravas? ¿qué para defenderse a posteriori lo hagan pasar por una ficción? ¿qué no iba en serio la socialización del terror?. ¿Debía el Supremo rechazar los indicios de socialización del terror porque su fin era ficticio?


viernes, 1 de marzo de 2024

DIABLURAS

 


La aventura de Casado es de interés por lo que tiene de paradigmático en la España del Muro.

Casado ascendió a la cúspide como alternativa al modelo marianista sorayista. Contra el santo y seña de que la política es “negocio entre caballeros” y que la democracia es un régimen “de gente que no quiere líos, Casado decía que venía a regenerar y a dar batallas ideológicas. En realidad no tenía más fuste que la ambición y un cierto oportunismo ramplón. Vio su hueco entre el desbarajuste y la vergüenza de los suyos con la suficiencia del bendito aclamado por sus dotes retóricas.


La incapacidad de pasar de la retórica a la dura tarea de desenmascarar la falacia sanchista indicaba cuan profunda era la debilidad ideológica de la derecha, incapaz de reponerse del golpe que le asestó Zapatero.


A diferencia de Soraya, ejemplo del político funcionarial decimonónico de la restauración, Casado era sobre todo un tipo de aparato. Hay que decir que los aparachtik de izquierdas se preparan duchos en lo callejero y la propaganda inmisericorde, pero los de derechas se ocupan más bien de esperar y servir. Ajena a ruidos desagradables Soraya fue encumbrada en este caso por la confianza de su eficaz asepsia, sin salir por ello de la cápsula funcionarial. En gran parte lo propio del modelo del político restauracionista hasta nuestros días.


Pero ambos coincidían en el desconocimiento más elemental de la política, al menos de la política española que perpetró Zapatero y Sanchez. Desconocían que una vez que has sido declarado enemigo por tu adversario, lo eres. Guste o no guste, lo entiendas o no lo entiendas, lo quieras entender o no.


Sin más bagaje y energía estratégica, he aquí que inopinadamente Sanchez podía ser su modelo Sanchez. No de política pero sí de político.Era algo real del que además se podían extraer suculentas enseñanzas. Según creía Casado, Sanchez enseñaba lo más elemental. Que el poder empieza por la toma del Partido. Pero Sanchez procedía con una determinación inimaginable para Casado y en general la derecha. Tiene algo entre ceja y ceja que da sentido a su afán omnipotente. El flamante secretario general carecía de alternativa a la apuesta sanchista de desmontar la transición y anular definitivamente a la derecha.


Lo peor era su inconsciencia, que hacía creer que la ocupación del PP fuera alternativa suficiente. A ejemplo de Sanchez su único propósito fue ocupar el PP. En Sanchez la ocupación del PSOE estaba ligada a su proyecto de reversión de la historia, dicho crudamente a ganar la guerra civil para siempre. Así el PSOE se ha convertido así en un ariete iliberal desprendido de afecto alguno por su nación.


En cierta manera la ingenuidad de Casado era comprensible, participaba del feliz pasmo de la derecha. Reacia por una parte a aceptar que el régimen constitucional no fuera eterno e incombustible y por otra a comprender que se hiciera de ella un chivo expiatorio no menos intemporal.


Casado comulgó así con el diagnóstico en parte tranquilizador y en parte insidioso sobre Sanchez y creyó sacar de ello conclusiones. Este diagnóstico decía que Sanchez no tenía más objetivo que conservar el poder. Eso tranquiliza porque aun siendo un peligro es de presumir que no puede pretender hacerlo poniendo en riesgo el régimen constitucional y el Estado de derecho. Lo insidioso era la pretensión de que tal propósito procedía de una mente psicopática, cuando en política la sicología está al servicio de la política.


Pero este relato en parte tranquilizador resultaba irrelevante para lo que parecía la clave del poder. La apropiación del Partido. Decía que para Sanchez esto era algo instrumental aunque decisivo. Sin conciencia del lío en que estaba metida la derecha y España, para Casado esa apropiación era un fin en sí mismo. Claro que con la esperanza de que con un partido monolítico y exclusivo de la derecha (era el tiempo de la irrupción de VOX) bastaría para llegar al poder cuando tocara, como en los tiempos de la Restauración y según la experiencia de Aznar y Mariano. Almenos Aznar se lo curró dicho seade paso.


Pero si Sanchez y Casado eran ambiciosos y hasta audaces la ventaja del primero no era sólo su determinación estratégica sino una inmarchitable confianza en sí mismo. Detalles sicológicos aparte esta confianza encarna el convencido supremacismo de la izquierda y la seguridad de que en términos absolutos la izquierda es infinitamente más fuerte en España, con tal de que se la tenga movilizada o predispuesta.


Casado sin embargo pronto manifestó un insuperable complejo de inferioridad. Hacía falta mucha conciencia de lo que estaba en juego o mucho cinismo marianil para no ser presa de ello. Al margen de las peculiaridades psicológicas, Casado encarnaba esa vocación nirvánica que parece imposible de sacudir.


La emergencia de la personalidad de Isabel Diaz Ayuso extremó el proyecto de apropiación del Partido, como una cuestión de vida o muerte. Tanto más cuanto que Casado no tenía otra energía interior que la que le proporcionaba su su miedo al descrédito y a ser ninguneado por los suyos ante la estrella refulgente. Teodoro demostró entonces ser el más ambicioso de la clase y sin complejo alguno. No tuvo reparos de oficiar de diablejo, le venía al pelo. Ya pactaron Hitler y Stalin y fue mucho peor. Un partido unido, sin fisuras y un sólo Gallo tras el gallinejo bien valía la pena. Pero antes que ello ocurriera, los sufrientes de ese partido sacaron un pundonor insólito. Eso no estaba en el manual sanchista. Ahora éste quiere resucitar el cadáver de ese discípulo que no sabía que había sido declarado enemigo y se la jugó a hacer diabluras con el verdadero diablo.

miércoles, 28 de febrero de 2024

PÁNICO Y ÓRDAGO

 

Lo que parecía un trueno es en realidad un alud. Con semejante sorpresa Sanchez ha entrado en pánico. Como nunca había entrado en pánico. Los episodios que lo ponían al borde del abismo le excitaban, incluso las elecciones pasadas, Pamplona o la amnistía. Aprendió a saltar el abismo a base de órdagos, a tajos de aizkolari. Seguramente las enseñanzas de Abalos no debieron ser vanas. Con su magisterio el Felón se ha templado para echar órdagos y pegar tajos a troche y moche. Su audacia ya es la marca de la casa, la marca de la infalibilidad para su grey.


Ante el alud de la Koldosfera ha vuelto a lanzar un órdago, con la particularidad de que tiene por objeto a su mentor guía del estercolero. Pero esto no es baladí. Con ello a cuestas el órdago es una simple salida refleja movida por el pánico, no por el control del pánico, como anteriormente. Una salida audaz por supuesto pero carente de temple. En la ofuscación lo sorprendente no ha sido el ordago sino la voluntad de escenificarlo, como si de esta manera exorcizara el pánico. Como Hitler después del atentado fallido, se siente invulnerable, eterno. Y para no olvidar el personaje que se construido ha querido escenificarlo con un ultimatum expeditivo a la vista de todos.


¿Cómo se combina ser el “destinado” con el pánico que ya campa sin control? Seguramente convencido de que el cortafuegos funcionaría fulminantemente. No hay caso conocido que lo desmienta.Por eso viene el pánico sobre el pánico cuando el desesperado se echa al monte. Ábalos malherido por ser objeto de escarnio público parece aceptar el órdago. Pero por ahora sólo amenaza con enseñar sus cartas. El jefe de la Banda, el Bandamás,  lo fía todo a que el traidor se conforme en cuidar de sus familias sanguíneas por encima de todo, resignado a la  perdida  de la verdadera familia de cualquier socialista,  la familia socialista.

De no ser así ¿quién está en condiciones de echar el órdago definitivo?

¿Y la legislatura? Salvo que la Justicia tire de la manta, lo que se mande desde Waterloo, pase lo que pase. Desde allí se pregona: “sé fuerte Pedro resiste”. Ya bien maduro el receptor y normalizada la ignominia, ¿no hará Pedro de tripas corazón hasta donde sea menester?, ¿no se aferrará a su "invulnerabilidad"?.