viernes, 21 de diciembre de 2018

LA CUMBRE DE LOS SUEÑOS


A “nuestro” audaz Presidente nada le arredra, ni siquiera el varapalo de las elecciones andaluzas. Ante el envite de Torra y la disyuntiva de 115 o referéndum ha elegido la POSIBILIDAD del referéndum.

¿Cómo es posible? Bien estaría que las cumbres mediáticas indagaran el verdadero significado del Dr. Sanchez y el sanchismo, el socialismo del siglo XXI. Hasta ahora ha sido tranquilizador, aunque algo incómodo, tenerlo por un lerdo fullero ávido de durar lo más posible en el poder para hacer turismo.

Pero algo no cuadra. Por dar pistas podría iniciarse la investigación en torno al significado de términos tan sencillos como “Nación de naciones”, Confederación, derecho de autodeterminación,PROCESO CONSTITUYENTE y por fin la República… enlazarlo todo ello con los sueños y utopías de la izquierda histórica, etc...sueños que no la dejan vivir en paz, y con los que no dejan vivir en paz.

En vísperas de “la Cumbre” proliferaba una doble interpretación bien disparatada. Lo era desde que su nacimiento, pero “La Cumbre” no puede dejar lugar a las dudas:

Se decía, igual se sigue diciendo, que el Dr. Sanchez maniobra para aplicar el 155 “lleno de razones” y envolverse con la bandera en las futuras elecciones mientras que por su parte Torra trata de forzar la aplicación del 155 para provocar la insurrección universal.

Pero el Dr. no puede hacerlo sin arruinar el horizonte confederal que es su verdadero objetivo, antesala además de la III República, su gran sueño. Nada detesta más que “estar atado” al constitucionalismo.

Pero por muy bruto que sea, Torra comparte con las élites separatistas que la insurrección e incluso la batasunización expansiva es imposible sin contar con las instituciones.

Creo que, al margen de que suelta la fiera esta puede acabar abandonándose a su instinto, Torra agita la calle y amenaza incendiarla para evitar que un acuerdo confederalista no contemple la autodeterminación. Sabe que Dr. Sanchez no va a aplicar el 155 salvo apocalipsis, mientras Sanchez sabe que Torra no puede forzar el 155 sin acabar con la posibilidad de la autodeterminación.

Su presunta baza es ofrecer indulto por negociación confederal pero sin referéndum DE AUTODETERMINACIÓN expreso, de momento. Cuenta que se avendría Junqueras si la presión de Torra no lo hace imposible, pero no dudará en ofrecer un referéndum si esto es condición para un acuerdo de Estado Confederal y si se ve con fuerzas para reventar a “las derechas” agitando el espantajo de Vox.

En su fantasía el referéndum se limitaría a aprobar el pacto confederal y así los separatistas, como si fueran tontos de baba, podrían justificar que han logrado la autodeterminación. El apoyo separatista de los Presupuestos sólo significaría una prueba de fe pública en tal pacto confederalista/autodeterminista.

Por supuesto tendríamos un nuevo campo de interpretación. Amortizado y superado eso de que “Cataluña es una nación” vendrá al caso qué significa la autodeterminación. Que no puede significar otra cosa, y en eso hay que dar la razón a los nacionalistas, que el permanente derecho a separarse con su “seguridad jurídica”. La cumbre no ha sido más que la escenificación de que el audaz tigre está en pleno salto.

viernes, 14 de diciembre de 2018

EN EL ATOLLADERO


El sanchismo implora un margen de confianza a sus socios para evitar estar ante la decisión fatal: 155 o referéndum de separación. El 155 significaría el fracaso de la aventura por una “nación de naciones” y del proyecto frentepopulista; el referéndum acabaría con el sanchismo y todo el PSOE, que sólo se podría sostener a la bolivariana, es decir a las bravas contra la Constitución.

El apaño con Jonqueras y sus rufianitas se está cuarteando. El Doc. sólo puede ofrecer a duras penas indulto y Megaestatuto, si los rufianitas prometen lealtad; estos sólo pueden admitir lealtad al referéndum o la promesa expresa del mismo. Los “eslovenios” aprietan para que sólo pueda haber un referéndum pactado. Pero a sabiendas de que Cataluña no es Eslovenia, ni España la Yugoslavia postitista su pretensión práctica es batasunizar Cataluña hasta que Europa medie y fuerce lo que los rufianitas no pueden conseguir negociando.

Sanchez soñaba, ¿seguirá soñando?, barrer en las futuras elecciones con el regalo de la paz y la normalidad segura de Cataluña, envolviendo con ello el indulto y la implementación de la “nación de naciones”. Aunque el referéndum sea un obstáculo insalvable no puede renegar del sueño Confederal y republicano. Retornar a la Constitución y al constitucionalismo sería humillante, no en vano su estirpe es el socialismo más sectario. Pero los rufianitas sólo pueden ofrecer dialogo PÚBLICO y promesa de paz si hay indulto sin condiciones y no se cierra la posibilidad del referéndum como parte del paquete que incluiría el MegaStatut.

El Dr. se acoge a Santa Mediática y a dar apuntes de Patriotismo Presupuestario en el Congreso a los alumnos más retrasados y repetidores, en justicia a la calidad de su doctorado dicho sea de paso. O ya que el Brexit pasa por ahí se postula para liderar la cruzada contra Vox y “las derechas”.. En Santa Mediática abunda lo que quiere oír: que lo que quiere Torra es el 155 y eso sería el fin, que siempre se puede dialogar y que hay que dialogar, que es suficiente una declaración contundente y sino otra... y que el enemigo son “las derechas”

Debiera ser evidente que la batasunización de Cataluña sólo es posible bajo el amparo y promoción de las instituciones borrokas autonómicas. Como es evidente que un 155 “proporcional” a la magnitud del desafío e ilimitado en su aplicación sólo conduciría a que los separatistas se planteasen en serio acatar la Constitución o retirarse a sus lares para tiempos mejores, por mucho que hayan seducido a la mitad de la población catalana. Mientras que gran parte de la sociedad catalana valoraría el Estatuto y la Constitución en sus justos términos.

Incluso el Dr. Sanchez podría entender que el “diálogo sólo es posible a partir del acatamiento de la legalidad democrática. Pero algo en su alma le impide comprenderlo y no creo que sea sólo permanecer dos años más en la Moncloa. Cuenta a la desesperada, delirios tan maquiavélicos como necios, que por mucha que sea la descomposición de la sociedad catalana y por muy aparatoso que sea el desafío sus socios no tienen más remedio que apoyarlo para que no venga el 155 y “las derechas” y que mientras así sea siempre habrá una salida que no sea ni el 155 ni el referéndum. Una “nación de naciones”. Con lo que implicitamente sabe en su más profundo interior que lo que menos les conviene a sus socios es el 155 de verdad...Pero tampoco al sueño de la “Nación de naciones”. Y con esto volvemos a dar otra vuelta al círculo, al eterno retorno de lo mismo. Quizás con la única variante posible, la que lleva de convertir el atolladero en madriguera sanchista.

lunes, 10 de diciembre de 2018

VA EN SERIO


Dr. Sanchez se ha puesto “adrenalítico” tras las elecciones andaluzas. Como el que se da una torta en el coche y se cree en los días siguientes capaz de comerse el mundo. A la necesidad virtud. La emergencia de Vox, la gran oportunidad para la gran cruzada de erradicación de la derecha (que es extrema por definición en su alucinación).

Torra incendia la calle y lo desafía a aplicar el 155... a sabiendas de que no lo va a hacer. El Dr. se la juega al acuerdo con las Esquerras y los Rufianes ¿para que paren a Torra? ¿qué conejo lleva para el día 21? Pero su capacidad de súplica es inagotable y todos lo saben. Todo lo ha de fiar a que los Rufianes se tornen “un partido de orden” a cambio de quedarse con toda Cataluña.

Algunos creen que el Dr. se deja provocar para levantar la bandera electoral del 155 en su momento y perpetuarse, impostando patriotismo. “Ni harto de vino” como dice su mentor. Doc lo fía todo a un pacto con los nacionalistas. No puede concebir que es imposible o que llega tarde. Aunque el resquicio de darles todo sin independencia se va cerrando aceleradamente. Los españoles se van dando cuenta. Se supone que también los Barones.

El envite de los presupuestos sería su certificado de patriotismo, el martillo de Vox su certificado de demócrata, eso cree ya casi alienado. Es maquiavélico y audaz pero necio y arrastra a la necedad a sus consejeros, como es de ley. ¿A cuantos más? Lo que aguanten los medios.

En fin los que lo banalizan como un monstruo hambriento del poder, aunque lo fuera, se resisten a reconocer que su proyecto disgregacionista (formalmente de “confederación”) va en serio y que además está convencido de que es lo correcto. Para eso quiere el poder, no a la inversa. El peligro no es la frivolidad ni el oportunismo, sino que va en serio.

jueves, 6 de diciembre de 2018

EL DILEMA DE RIVERA Y OTROS


Inopinadamente Cs. se encuentra tras las elecciones andaluzas ante un dilema existencial y diabólico. En apariencia tiene que elegir entre Vox o el Socialismo, o algo más rocambolesco: esperar que el socialismo lo elija. Pero en ello hay algo más profundo en juego, su posicionamiento ante la mentira dominante: inclinarse ante la soberanía ideológica vigente o desembarazarse de verdad de la misma sin el subterfugio del melifluo “ni rojos ni azules”.

Es evidente que la estigmatización de Vox emprendida por “las izquierdas” es interesada y el punto crítico de la majestad de su soberanía ideológica, la que otorga la “autoridad” definitiva para decidir sobre lo que es sano y lo que es enfermo. En términos objetivos la catalogación de Vox en la “extrema derecha” o en la “ultraderecha”, etiqueta que por ejemplo Arcadi Espada defiende pero no desde la demagogia socialpodemita sino con honestidad intelectual, tendría que matizarse en extremo. Por su atracción sentimental es un partido de “derecha, derecha de toda la vida”, al fin y al cabo lo que en el imaginario del votante del PP tendría que ser el PP. Pero añade posicionamientos que en parte son de ese imaginario y en parte lo rebasan, sin necesariamente contradecirlo: control riguroso de la emigración, cuestionamiento de la U.E. al menos “tal como está” y supresión de las autonomías, por citar lo más mollar y definitorio. Todo esto es políticamente discutible incluso lo que cabe o no en la Constitución, pero nada demuestra que esta formación pretenda saltarse la Constitución incluso a la hora de proponer su reforma.

En cuanto a su naturaleza política según sus programas, proclamas y dirección vectorial, sólo se le puede considerar ultraderecha desde la tergiversación que éste término tiene con la irrupción de los movimientos antieuropeístas y antimigratorios. Pero sobre todo en nuestro caso con la tergiversación interesada en la que ha basado la izquierda gran parte de su dominio.

Si se entiende por ultraderecha lo que enseña la experiencia histórica hay dos caracteres relevantes: el proyecto de supresión, o al menos de su condicionamiento restrictivo y dictatorial, de la democracia liberal y el Estado de derecho en nombre de la nación, así como el proyecto ideológico/ sentimental de patrimonializar la nación convirtiendo la identidad étnico-nacional en el motivo exclusivo de la identidad y los derechos civiles y políticos. Por supuesto llevado hasta sus últimas consecuencias estaríamos ante un régimen totalitario semejante al nazismo, el fascismo o los comunistas, quienes apelan a lo “social” o a la “nación” o a ambos según convenga, no como sujeto de derecho sino como sujeto de la falta de derechos.

No aprecio en Vox compromiso con esta deriva. Dicho esto sin que sea despreciable la posibilidad de que en un futuro no tan hipotético la pulsión antieuropeísta en toda Europa se polarice en identitarismo nacionalista. Tal ideología es un negativo del izquierdismo, sin que impida su fusión como en el caso del nacionalismo izquierdista separatista de nuestros lares. Reverso de la izquierda con su “derecho” a certificar la condición de demócrata y de solidario, el nacionalismo certificaría la “españolidad”, fundando la condición de ciudadanía en una más o menos imaginaria identidad étnica, lo que por la idiosincrasia española sería más bien étnico/cultural.

El problema de la constitucionalidad de Vox se plantea en torno a su proyecto de un Estado centralizado. ¿Lo convierte en un partido inconstitucional aun respetando el juego constitucional?
Por supuesto Podemos o los separatistas son inconstitucionales por no respetar las reglas del juego para el logro de sus proyectos. No hablo de esto sino si la desaparición de las autonomías significaría un cuestionamiento de la idea factible y constitucional de España. Así por ejemplo lo da a entender Nuñez Feijoo que ha puesto al mismo nivel la unidad de España y el Estado de las autonomías. Creo que aunque tal proyecto centralista traería consigo más perdida que ganancia y que es difícil concebir la España de nuestro tiempo sin autonomías, en términos de derecho la nivelación entre la unidad de España y la organización autonómica cuestiona la idea de España como sujeto político, así como la libertad e igualdad de la ciudadanía. ¿Tenemos acaso una soberanía compartida y distribuida? Pero dejando este extremo ,más extravagante es reputar de ultraderecha autoritaria esta propuesta antiautonomista, lo que excluiría de la condición de demócrata por ejemplo a algo tan jacobino como la Francia actual.

Rivera corre el peligro de quedar fagocitado por el discurso de la izquierdas de enfeudarse acríticamente en el discurso de Valls. Es de suponer que con toda su buena voluntad Valls piensa a la francesa para España, con todo lo bueno y lo malo. Trata de salvarnos de la disgregación y del antieuropeísmo pero afronta el reto en clave del conflicto entre la Francia cosmopolita y la Francia lepenista de Juana de Arco. Así para engrandecer el presunto peligro de Vox tiene que minusvalorar el que significa el independentismo y el chavismo.

Para asumir este planteamiento Rivera tendría que hacer caso omiso de su propia experiencia. Tiene que imaginar más que ver. La retórica equidistante entre “rojos y azules” es eficaz publicitariamente pero contiene serias trampas intelectuales e ideológicas. Se apoyaba en algo tan cierto como que el PSOE yel PP retroalimentan su animosidad interesadamente, pero incorpora la confusión de la metáfora que no distingue entre sus términos. Porque mientras la izquierda considera enemiga a la derecha, su enemigo exclusivo prácticamente, y le achaca falta de sinceridad y pedigrí democrático, la derecha considera a la izquierda su adversario, pero sinceramente demócrata. Por supuesto que la derecha no ha errado al comportarse tan exquisitamente cumpliendo con las formas democráticas, sino que ha errado al no querer asumir la existencia de esa asimetría y lo que eso supone en términos prácticos.

A. Espada ve en esta tesitura una ocasión para que el PSOE vuelva al redil constitucional y cree que esta debe ser la misión de Cs. No deja claro si Cs ha de afrontar el intento por deber moral, aunque le lleve al sacrificio y el práctico suicidio, o si bien ha de hacerlo para evitar su desaparición, que llegaría inevitablemente de quedar “contaminado” por Vox. Estamos en todo caso ante una coyuntura en la que el cálculo y lo correcto se solapan y a lo que parece Arcadi no quiere meterse en camisa de once varas, establecida la posición de principio.

Pero su posición de principio, suponiendo sólo atienda al presunto deber ético, sólo se sostiene en algo tan discutible como el seguro carácter antidemocrático de Vox. ¿Cómo es posible que se tome por seguro algo tan discutible y seguramente falso? Me atrevo a pensar que el Sr. Espada peca por una parte de intelectualismo y por otra parte descuidar el problema del supremacismo moral de la izquierda. Por lo primero da preeminencia a unas diferencias que pueden tornarse conflictivas y estar en primer plano sólo cuando se haya vencido al desafío podemita/independentista. Por lo segundo hay algo de exceso de prevención ante el indudable eco de la algarabía mediático callejera. Parece que en el fondo Cs tendría que priorizar no quedar apresado en la tela de araña mediática/progre y para ello no contaminarse con Vox, con independencia de que eso sea o no correcto y éticamente responsable.

Es cierto que Rivera puede soñar con el rescate del PSOE o al menos con agudizar las contradicciones entre sus filas ofreciéndose como una alternativa constitucional al sanchismo, alternativa más “simpática” y sugerente que la derecha tradicional y la presunta “extrema derecha”. Pero si para hacerlo tiene que sumarse al “cordón sanitario” contra Vox asumiría lo esencial del discurso engañoso vigente, con resultados bien inciertos para sus intereses, por no decir que con muy probable descalabro. Pero esto nunca se sabe. Para bien o para mal las contradicciones del PSOE son cosa de familia y maduran dentro de casa, por lo mismo que el vínculo electoral es de tipo familiar, aunque sea de familia laica. Esto último hay que tenerlo en cuenta a la hora de hacer cálculos electoralistas, incluyendo la posibilidad de que el empequeñecimiento del PSC haya sido algo muy excepcional.

A lo único que puede aspirar Rivera entregándose a este sueño es a conseguir de esa manera un espejismo de iniciativa política, pero es muy improbable que obtenga el botín macronita por el que tanto se arriesgaría. Ahora bien de volver a la realidad tendrá que asumir decir la verdad, enfrentarse al engaño sistémico mediático y sobre esto siempre cabe la duda ¿consta este entramado sólo de molinos de viento?.

¿Está en condiciones Valls de comprender estas contradicciones? ¿Cuanto puede depender la estrategia de Rivera de esta comprensión?


sábado, 1 de diciembre de 2018

EN EL OTOÑO ANDALUZ


En Andalucía las elecciones tienen de por sí algo de otoñal, mueven a a la melancolía. Mientan un estado de intemporal caducidad, pero también de anómala y vivaz caducidad, tan vivaz que es capaz de regenerarse sola.

Al igual que en la Navidad o en las operaciones salida de las vacaciones y los puentes y acontecimientos semejantes, al llegar las elecciones andaluzas retorna el mismo ritual. En este caso la pregunta irremediable: ¿cómo es posible que otra vez “la PeSOE” y la vuelta a las andadas de la corrupción, el atraso, el clientelismo,etc?. Lo bueno de la pregunta es que también se da por supuesto que las supuestas víctimas, las gentes andaluzas, están bien al tanto de lo que va a dar de sí la nueva legislatura, pero con la idea de que no tiene importancia, o mejor: que no es lo importante. Es como si se pensara: “después de tanto señorito explotador estos de la PeSOE son señoritos pero son nuestros señoritos”.

Pero para los socialistas lo anómalo es que el sistema andaluz no se haya extendido al resto de España, al menos con toda su pureza, después de tantos años.

Tiene sentido que se lo pregunten por su familiaridad con la peculiaridad política andaluza. Andalucía es para el socialismo el modelo de lo que debiera ser la sociedad española. Una sociedad más inspirada en el “modo de producción asiático” que tanta curiosidad despertó en Marx que en el eclecticismo liberalsocialdemócrata de su entorno natural.

Pero los socialistas nunca reconocerán la otra peculiaridad, incluso considerarían ofensivo mencionarla: Que su cortijo es la expresión más genuina de lo mitologizada que está la sociedad española en lo que a actitudes políticas se refiere. Porqu guste o no guste es preciso constatar que aquí, en toda España, la principal fuente de energía política son los mitos políticos y estos desde la transición son de izquierda o nacionalistas.

En Andalucía la energía mítica es tan poderosa como en las regiones tomadas por los nacionalistas. Prácticamente telúrica. Pero además es casi perfecto el maridaje entre la mitología local y la mitología renovada del socialismo posfranquista. Se ha congraciado el mito de la figura insustituible del señorito y el mito de la exclusiva legitimidad democrática de la izquierda, que esta comparte generosamente con toda inclinación centrífuga. De forma que según lo que prescribe el mito desde que se hizo operativo, una vez derrocado el señorito retro y explotador, le ha tocado a la izquierda instalarse en su trono como el señorito progre y providente. Con sumo gusto desde luego.

Pero en este espejismo de la civilidad, políticamente hablando, hay que alabar la habilidad del PSOE de mantener la figura y el poder estimulando a la vez el orgullo andaluz y los parabienes a las oligarquías separatistas que tienen a lo andaluz por lo más despreciable, el ejemplo de cuan despreciable es España. Esta apuesta que le podría despeñar no se debe a despiste o a querencias inconfesables sino al interés sagrado de mantener a todo coste la alianza con el nacionalismo. El sacrificado en este caso es el orgullo andaluz, pero no se tiene porque pagar porque ya se sabe que una campaña electoral es un microclima autorregulable.

Hay otro mito en ciernes y no podía ser de otra manera. Se ha destapado abiertamente en este ritual, tan mágico como tópico, electoral: “Una cosa es Andalucía y otra España”. Apunta a que “España nos roba” y si cuaja será por fin “Andalucía no es España”. Aportación, claro está, podemita en el sembrado de “la PeZOE”. Hasta hace poco el latifundio socialista andaluz era el principal aval del PSOE de su españolidad ante el resto de España. Bastaba que fuera así sin proclamarlo y sin aspavientos, porque en toda España la españolidad se suponía pero no era de gustosa exposición . Ahora que toca ver como será la disgregación, no la disgregación en sí que parece cantada, la diferencia no es de “lo social”, va a ser de “identidad”. Con los podemitas moviendo el cotarro por supuesto y los socialpodemitas soñando con la recogida.

En este panorama  mítico electoral sólo cabe advertir que cambio es sinónimo de desmitificación. En Andalucía y en toda España como se va ver enseguida.












domingo, 4 de noviembre de 2018

LA INCREDULIDAD VENTAJOSA


Para los historiadores y politólogos debe resultar de lo más imponderable la influencia de la incredulidad en el éxito de procesos críticos de amplio calado histórico. Esta incredulidad no sólo afecta a las posibilidades del éxito sino a la posibilidad de su mismo desencadenamiento, es decir a que pretendan lo que pretenden inexorablemente. En el caso del proceso abierto por el sanchismo, que es una acomodación al proceso abierto por los podemitas y los nacionalismos, se expande y reina la incredulidad sobre los objetivos, ya no sólo o sobre su consecución.

Me refiero claro está a la conversión de España en un “Estado multinacional”, en la que las nacionalidades serían preindependientes y el resto de España (se la llame como se la llame) una especie de Estado a la mexicana. Seguramente para los socialistas de toda la vida bastaría con un modelo PRI extendiendo el modelo de Andalucía, mientras para los podemitas tendría que emprenderse la revolución bolivariana. Pero en este punto tal discrepancia es secundaria y lo que cuenta es que de una u otra forma el cuestionamiento de la Constitución sería inevitable.

La clave de que esto triunfe es la fidelidad de la masa social de izquierdas. Dando por supuesto la fidelidad de la masa podemita queda la duda de la masa socialista, pero teniendo en cuenta que las fronteras entre ambos se han desdibujado hasta ser poco menos que irreconocibles. Seguramente el staff sanchista confía en que su masa social le será fiel y en cualquier caso el conjunto de la masa social de izquierdas ya claramente socialpodemita no se resentirá. Así, desde el punto de vista del gobierno, el núcleo de la onda expansiva de la incredulidad se sitúa en la masa social socialista.

En favor de la continuidad de esta fidelidad cuenta la experiencia de los nacionalistas cuando en momentos traumáticos el electorado peneuvista y los convergentes pujolistas asumieron los golpes de timón del pacto de Estella para resguardar a la ETA y la apertura del pruçés por el Astut Mas. Pero estas derivas fundamentalistas estaban en sintonía con el instinto básico del nacionalismo y además creaban la ilusión de que esto llevaría a renovados beneficios económicos,(en el País Vasco a conservar y reforzar los beneficios y privilegios instituidos).

Por lo que respecta a la masa social de izquierdas la experiencia demuestra que sólo retiran la confianza a sus élites cuando hay recortes o medidas económicas que tienen por traición, pero para nada cuando se cuestiona la nación. Es un asunto sobre el que la izquierda sigue la política del avestruz de forma refleja. Pero el actual escenario es inédito y es difícil soslayar la existencia de un grave peligro para la nación.

Está por ver si el reflejo “antifacha” y la salmodia de las eternas promesas sociales pueden hacer que un electorado ya muy modelado y modulado olvide este peligro o al menos lo minimice y crea que estamos en proceso de normalización. En eso cuenta que aunque sin duda la gran mayoría del electorado de izquierdas se siente español  le repugna de forma instintiva que esto tenga traducción política. Hacerlo es sospechoso de "neofranquismo", según se clama por doquier.

Ahora bien el indulto es engorroso. Atenta contra el sentimiento elemental de dignidad cívica y contra el mínimo residuo de patriotismo. El sanchismo sólo lo puede vender como parte de la solución definitiva del problema catalán y del “problema territorial” en general. En términos prácticos ha de coincidir de alguna forma con un acuerdo de un Nou Estatut” que daría forma a un Estado de preindependencia.

Seguramente la gran masa de izquierdas lo aceptaría como una simple variante del tópico y aburrido embrollo que es el Estado de las Autonomías. El problema se plantea entonces en cómo combinar elecciones generales, indulto y el éxtasis del “embrollo” que debería agenciar un hipotético tripartito.

¿Debieran afrontarse las elecciones dejándolo “resuelto” y ofreciendo el “triunfo” de un acuerdo prometedor con los nacionalistas que alejase el horizonte de la independencia por un tiempo? ¿O por el contrario debiera esperar a legitimarse con un gobierno de frente popular separatista ya plenipotenciario con unas nuevas elecciones? Por supuesto que el juego de máscaras que se ha abierto entre los separatistas tendría algo que decir y condicionar pero más sobre la forma que sobre el fondo.

De este panorama no puede pasarse por alto algo que debiera ser desconcertante: el peso sobredimensionado que tiene lo ideológico, por muy incoherente que sea, en las actitudes políticas de la masa social de izquierdas.

Pues es lógico que los nacionalistas se ilusionen con ventajas materiales, por mucho que estas ilusiones carezcan de fundamento en la realidad (de ninguna forma se mire como se mire los ciudadanos de una nación independiente catalana o vasca tendrían más oportunidades y ventajas económicas y sociales, sino presumiblemente muchas más pérdidas, aunque la situación se estabilizara en algún momento hipotéticamente hablando). Pero por poco que se examine tenemos que una gran parte de los seguidores del socialismo pocos beneficios y mejoras pueden esperar de la política socialista y no digamos del podemismo.

Sin embargo creen que sería así porque en el fondo no vinculan su bienestar personal a la marcha global de la sociedad y piensan que a lo sumo el bienestar del que se disfruta y las libertades sociales y políticas son algo natural y por tanto ajeno a las decisiones políticas.

El asunto parece fútil y hasta obvio pero afecta a la forma como gran parte de la ciudadanía ve la política en esta sociedad tan tecnologizada y mediática: como un asunto en el que no está en juego su status e interés concreto, en tanto que parte de una realidad colectiva, sino su “visión del mundo”.

Esquizofrenia padecemos, separación radical entre libertad y responsabilidad, gran tema por explicar si alguien se atreve, pero que se explique como se explique no es precisamente índice de madurez en cuanto a cultura cívica y política se refiere, sino todo lo contrario y a pesar de todas las apariencias. A la vista cuanto menos de cómo lo estamos padeciendo.

lunes, 22 de octubre de 2018

EN EL ANIVERSARIO DEL DISCURSO REAL



Un conspicuo tertuliano de acreditada experiencia política y seguro que de nobles virtudes personales y sociales suele ponerse como un basilisco cuando se habla del asunto catalán y con acre vehemencia se enardece: “que ya está bien”, “que nunca se van a independizar” “que esto me importa una...” o algo parecido y lo espeta repetida y clamorosamente hasta que se deja de hablar del tema. Desconozco si lo cree por alguna razón, por ejemplo que el Estado español y Europa nunca lo permitirían o porque suscribe eso de que “no quieren la independencia sino el independentismo”, o simplemente por un palpito que no precisa explicación, como que ,por ejemplo, todos sabemos que moriremos sin necesidad de demostración, porque en el fondo es tan cierto como indemostrable.

Vale el caso como ejemplo de lo que han pensado la mayoría de los españoles hasta el discurso de Felpie VI de hace un año al cabo del golpe de Estado. Y es que, contra lo que sería deseable, no es claro que pasado lo más traumático no retorne la mentalidad de siempre, o al menos sus reflejos. A sabiendas de que en esto siempre han contado los matices. Los digamos más a la derecha han despachado los alardes nacionalistas como mera picaresca para engordar la cartera, los más a la izquierda siguen viendo en ello un movimiento por más democracia y autogobierno, capaz de excederse, eso sí, aunque normalmente por reacción a la incomprensión centralista.

El discurso real enervó a los separatistas no tanto porque reclamara la defensa de la Constitución y el ejercicio de la Ley, que por supuesto, sino porque presentaba como un peligro real lo que en el resto de España se ha tenido por una mera mascarada. Y es que los separatistas siempre han contado con que en España, y especialmente la clase política, no los iba a tomar en serio y que iba a evitar a toda costa que la población se lo tomara de esa manera. Y se daba a sí la paradoja de que el contentamiento de los nacionalistas en este perpetuo dar y conceder tenía por objeto no sólo poder gobernar sino evitar que la población se mosquease sobre la existencia de pretensiones independentistas de verdad.

Para sonrojo de los partidos llamados constitucionales el discurso real venía a despertar a una España adormecida por el éxito de la transición y la pachorra de su clase política. De esta forma la sociedad española ha vivido en la ilusión de que la democracia es un estado natural, invulnerable a las amenazas porque estas en realidad no podrían existir. Ni siquiera llego a verse al terrorismo etarra como una amenaza a la democracia cuando se le veía, con toda razón, como una agresión pura y simple a los principios elementales de lo humano.

Desde el discurso real ya nada puede ser igual en cuanto a mentalidad colectiva pero eso no significa que esto se traslade mecánicamente al juego de fuerzas de la política. Las inercias históricas son muy poderosas. Se admite de la realidad del peligro, pero esto ha abierto un nuevo escenario dialéctico entre desmontarlo por el diálogo o por la aplicación de la Constitución. No hace falta justificar que la apelación de los sanchistas y podemitas al diálogo es un desmontaje, una vuelta al estado previo a ese discurso. Pero por muy escandaloso que resulte cuenta con la adhesión de una base social podemizada, dispuesta a admitir que cualquier arreglo que no fuera la independencia pura y dura es bueno, aunque sea por un tiempo y para salir del paso.

Pero el encaje de una solución política adquiere una renovada trascendencia. Es dudoso que se pueda reeditar sin más un nuevo tripartito sólo en torno a un estatuto especial de preIndependencia. Satisfacer a las masas rebeldes que han aupado los separatistas “pragmáticos” (ahora figura como tal Eskerra e incluso Bildu) y neutralizar a los fundamentalistas (ahora los Puigdemont y Torra) requiere alguna compensación visible y manifiesta, alguna pieza de caza con la que alardear. Pero además el Podemismo no desconoce que tiene una oportunidad histórica a la vista de la complacencia socialista . El tribunado en puertas de Rufián, Pedro y Pablo ( en cualquier orden) sólo puede encontrar estabilidad si se enfila contra la monarquía y la Constitución, no tanto porque así se programe explícitamente sino porque no puede haber otra dinámica una vez se dé el paso inicial. Al fin y al cabo este tribunado sólo admite dos alternativas para implantarse: o se admite primero el “derecho de autodeterminación” y se acaba luego con la Constitución o se liquida primero la Constitución para “implementar” el citado “derecho”. La incógnita es de nuevo la actitud de los socialistas, si sólo pretenden consentir a ver lo que pasa o si se proponen ser los artífices de una de estas alternativas.

En cualquier caso ya entramos en el período propicio para quienes están prestos a invocar los imposibles. Ya tardan quienes cuenten que el jaque a la Corona y la Constitución es imposible de toda imposibilidad, pase lo que pase y menos aún el jaque mate.






sábado, 13 de octubre de 2018

LA NORMALIZACIÓN QUE FALTA


España es problema porque siguen las cuentas pendientes. No es algo abstracto y esencialista sino muy concreto y político. Las cosas por su nombre: la izquierda renegó de la tradición histórica de España. Su proyecto no fue de continuidad, ni de reforma, sino de sustitución integral. La nueva España significaba la desaparición de la España anterior, es decir su desvalorización absoluta. Fracasada en este intento asumió la transición como un dejar en suspenso la cuestión de España, ni continuidad, ni reforma (que es una forma de continuidad), ni sustitución (¿por qué podía sustituir a una España democrática?).

La suspensión se sustanció en la retirada al autonomismo y al europeísmo, proyectos encomiables sino fuera por ser sustitutivos camuflados de la lealtad colectiva. Era inevitable que cuajara el distanciamiento de la idea de España . De repudio de la tradición a repudio de la realidad y por fin negación de la identidad. Pero ya este extremo es absurdo, no se puede no ser español, como un Perez no puede dejar de ser de la familia de los Perez aunque su familia le repugne. Creerse que los Perez no existen o no son una familia no arregla su problema. Un individuo puede olvidar su familia, pero una nación no se puede olvidar de sí misma hasta que no desaparezca, lo cual es posible aunque todavía no existan experiencias históricas salvo la de Yugoslavia, que era una nación por cuajar en condiciones extremadamente desfavorables. No como España, nación históricamente acrisolada, por muchas que sean y hayan sido sus imperfecciones.

En esta encrucijada las posibilidades son: que la izquierda “se reconvierta” y se haga patriótica, que la derecha se imponga y asuma en solitario la defensa de la democracia y la unidad de España, que la izquierda siga en sus trece y acceda a la fragmentación de España. Lo primero parece milagroso porque la sospecha sobre la expresión política de España es eje vertebral de la identidad que se ha creado la izquierda. Lo segundo es improbable porque en la sociedad española es más poderoso el complejo que la conciencia de la propia realidad. Lo tercero es extremadamente difícil porque aunque las elites políticas de la izquierda tienen este asunto por una cuestión de conveniencia, no de convicción, la masa social de izquierdas se siente española aunque no vea contradicción en sentir más importante ser de izquierdas, es decir antiderechas. Por eso asume que el sentimiento de españolidad no debe tener expresión política.

En los ámbitos de las élites izquierdistas se difunde de forma expresa o con subterfugios que no puede haber patriotismo porque  España no es un Estado democrático y defender España es defender el autoritarismo. Así según la Señora Colau es preferible la independencia de Cataluña porque traería más democracia a Cataluña  y a toda España. 

¿Cuán lejos esta la izquierda en asumir ese planteamiento? Por muy evidente que sea lo impostado de esta estratagema, es bien tentadora para las élites socialistas que tienen la sartén por el mango. Pero ponerse a convencer a su electorado de que la independencia de Cataluña es algo secundario y que lo importante es "lo social" , es demasiado riesgo. Por muy lanzado que sea Sanchez,  los suyos incluso los más próximos, no se pueden convencer sin más de que se pueda afrontar esa aventura pasando de la "autonomía especial" a un procedimiento que permita la independencia. A los sanchistas les queda mucha margarita por consultar.

Más allá de la evolución puntual de los acontecimientos, la verdadera normalización depende de que la masa social de izquierdas asuma que la expresión de lo español no es políticamente sospechosa, por no decir incorrecta. Que venga por sus élites o contra sus élites sería secundario, pero parece improbable que estas masas se tornen realistas y patrióticas si sus élites no cambian de mentalidad y comprenden de otra forma su identidad.

martes, 18 de septiembre de 2018

DE BORRELL A M.L.K. (INSTITUTO)


Borrell declaró que Cataluña es una nación a sabiendas de que no lo hacía en un foro académico, sino como emisor de un mensaje político ad hoc, cuyos efectos políticos para España son cuanto menos tan destructivos como a efectos físicos las bombas comprometidas con Arabia Saudí. Luego cuando se metió en las aclaraciones pertinentes quiso dejar claro , aquí en España, que, al igual que las bombas laser, tal reconocimiento era de alta precisión y carecía de efectos colaterales. Así sería que reconocimiento de nación no significa independencia y que sólo significa arremangarse para conseguir “entre todos” un Estatuto de verdad.

No se ha empachado al recurrir en la sempiterna coartada de la distinción entre “nación cultural” y “sujeto político soberano”, lo que ya es una obscenidad y un indecencia intelectual a estas alturas de la película. Con tamaña “explicación” se obvia lo decisivo: que entre la “nación cultural” y la “soberanía política” se pone a punto “el derecho de autodeterminación”. Y en este caso que yo sepa nadie le ha preguntado a nuestro ministro “jacobino” si no va de suyo con el reconocimiento de la “nación”, con adjetivo o sin él, el derecho de autodeterminación. Supuesto ello la independencia es una bagatela, un expediente a materializar en un momento u otro. Igual no se ha dado cuenta el ministro que ganadas las razones morales, y se ganan cuando “el adversario” las concede, viene el ejercicio práctico de “traer la democracia”.
En la práctica el ministro Jacobino (¿o más bien Jacobita escocés?) ha propagado el mensaje de que queda abierto y por colonizar el “terreno de nadie” que media entre la “nación cultural” y la independencia. Es posible que, seamos bien pensados y tenga el derecho a la candidez, en su fuero interno y de su Jefe todo se quede en un “nuevo estatuto” y verdadero además. Pero es de los más presuntuoso creer que nadando han de arrastrar la corriente hacia donde se quiera. Lo que es más grave: es un terreno en el que de una forma un otra sólo puede cundir la cizaña del derecho de autodeterminación.

Pero lo que se les ofrece no es un status quo favorable, el más fovorable posible “dentro de España”, sino un argumento: “si vamos a ser independientes en cuanto a competencias ¿porqué no serlo ante el mundo oficialmente?”, “¿no arreglaría esto mejor nuestras relaciones y estaríamos bien avenidos como buenos hermanos (que yo hermano y tú primo por supuesto)?”¿tendrán algo que oponer quienes andan con estos juegos calientaseparatistas?.

Acostumbrados como estamos al eufemismo y el edulcoramiento, ha llegado el “sorprendente” desmentido, por lo inusual y verdadero de lo que dice,, de la Institución Martir Luther King, a la desvergüenza de Torra y Cía. Si la leyera con atención el susodicho ministro Jacobino/jacobita bien podría caer en la cuenta de que eso es lo que ha pensado toda la vida, poniendo en duda el reciente descubrimiento de que ha estado convencido toda la vida de la martingala de la “nación cultural”. Y de paso podría liberarse del sometimiento hipnótico al engendro sanchista, por buscarle una explicación a su nueva servidumbre. Poder hipnótico el de su Jefe que hay que tomarse en serio a la vista de cómo ha concitado el resentimiento ilusorio de “las bases” y ha puesto a su disposición las precisas teclas ministeriales y universitarias para acreditar su lustre intelectual.

Pero nada es más llamativo que la inmersión de esta, sí que honorable, institución en el fondo de la verdad: que el caso catalán nada tiene que ver con la justicia, la libertad ni la discriminación, sino con la insolidaridad, el egoísmo y la ingratitud traicionera contra una historia común de males y bienes compartidos. Y podría haber añadido si hubiese entrado en detalles o los conociese con precisión: con el sometimiento moral de la población catalana.

¿Cómo es posible que la “clase política”,y las élites de “Madrit” en general, haya soslayado algo tan obvio y no hayan denunciado al separatismo y al nacionalismo sin más en esos términos, que es lo que duele? Es evidente que se ha elegido la versión formal de lo que anda en juego: el imperio de la ley. Es decir no poner en el centro del juego político la verdadera catadura de los nacionalistas. Por supuesto que la razón moral asiste a quienes entienden que el respeto a la ley es parte inexcusable de la democracia y en buena medida su columna moral vertebral. Pero lo formal ha de acompañarse del contenido material, igual que las razones se ha de acompañar con los sentimientos que las animan. En el terreno abrupto de la contienda política no hay más remedio que hay que ir a la verdad de fondo. Como se ha obviado la verdad de fondo, el daño que se comete a ciudadanos contantes y sonantes y a toda una historia común, los nacionalistas, oculta su insolidaridad e injusta deslealtad, se atrincheran en eso de “por encima de la ley, la democracia”, cosa que creen poder proclamar porque queda sobreentendido que si los oponentes no entran en la verdad de fondo es porque la verdad de fondo está de su parte.

A las izquierdas no les ha convenido contravenir su “compromiso histórico” con los nacionalistas, lo que les ha conducido a identificarse en grados variables con los postulados ideológicos nacionalistas más allá de los apaños cotidianos. Hay que reconocer su gran habilidad al disolver su identidad, o etiqueta de marketing, de adalid de la solidaridad y la igualdad por encima de particularismos injustos una vez que era claro que entregarse al compromiso incondicional con los nacionalistas traía consigo la complicidad con la insolidaridad y la negación de los derechos de todos los ciudadanos de España (pues al negarse esos derechos a los ciudadanos de Cataluña o del País Vasco se niegan a todos los ciudadanos que debe amparar el Estado español).

Por parte de las élites de la derecha de “toda la vida” a la torpeza para ver se ha unido la displicencia de no querer ver. Se han dejado arrastrar creyendo que iban a ser perdonados y que al fin y al cabo todo el mundo es “honorable”, máxime si así se titula: en suma complejos, miedos, displicencia y mucha impericia para la política real, es decir para lo que está en juego entre los que disputan el poder.

Todo se resume en que a las izquierdas le ha podido y les puede la fantasía de una especie de vuelta a las delicias de la República, con nombre y oficialidad, lo que sería fetén, o simplemente de facto, pero que se note, mientras las derechas la seguridad de que por mucho que no lo parezca  todo está metafísicamente encarrilado y por tanto no puede ser de otra manera.

Postdata. Para ir resarciendo los daños provocados por el sistema educativo, en Cataluña sistema de talleres de coreografía colectiva a la manera norcoreana, bien vendría la difusión en las escuelas del informe de la Alta Inspección educativa y sobre todo la misiva de Instituto M.L.K.. Antes que en los alumnos ejercería un efecto benefactor sobre muchas huestes profesorales si se atreviesen con ello. Por supuesto también y especialmente en toda España. Es una lección práctica de que los “valores éticos” no son churros para engalanar las fiestas de la victimosis, sino algo que en la vida hay que tomarse en serio y conocer en concreto poniéndolo en relación con la realidad.





sábado, 15 de septiembre de 2018

EL HONOR DE FRANKENSTEIN


Después de que otro chispazo, en este caso inesperado y casirevocatorio, amenace con hacer devolver al engendro de Frankenstein a la nada que debiera ser su condición natural, conviene no olvidar que nada es más peligroso que un soberbio descubierto, máxime si se siente destinado al poder absoluto.

El ciudadano anónimo P. Sanchez se descubrió a sí mismo cuando se vio elevado por las bases y cayó en la cuenta del beneficio que podía suponerle el viento de cola de la “sonrisa del destino”. Al renacer en el Partido y al encumbrarse a la jefatura del gobierno de la nación, bien pudo saludarse como el maestro insuperable de la audacia, habilidad que con estas pruebas bien debería, a su modo de ver, encabezar la tabla de las virtudes “políticas”.

Cuando por primera vez en su carrera se ha topado de bruces con lo que es la política de verdad y a probar su medicina no puede evitar sentirse víctima de una conspiración infame. Pero no es muy aventurado sospechar que su evidente rabia y abatimiento no se debe sólo a que se ha desmontado la jugada de “Dos en uno" de desenterrar al exdictador, pues pese a sus fantasías de él y los suyos ya el Dictador lleva enterrado políticamente desde que lo metieron en la tumba, y de paso empapelar a uno de los que quiere hacer pasar por su heredero.

Lo más grave es que tiene que arrostrar la pérdida de eso tan evanescente que los antiguos llamaban “honor” y para lo que los modernos no han encontrado un término igualmente válido, salvo eso de la “matrícula de honor”, rescoldo que en buena LOGSE debiera extinguirse o democratizarse. Pero todos nos entendemos. Tanto es así que pese a su facundia y al convencimiento de que el aval de sus éxitos son sus méritos de líder acrisolado y no el azar o el designio de quienes en nuestro país se han convertido en los verdaderos poderes fácticos, el instinto de supervivencia le ha llamado a mantener “su” “Tesis” en secreto y en cuidadoso resguardo hasta el momento.

Porque una vez que ya es pública y por mucho cloroformo que su inabarcable corte de pelotaris y excusadores eche sobre la opinión pública, Sanchez no podrá desengañarse de que su nulidad intelectual es no menos notoria y “visible”, más allá de que pueda camuflar y enredar los plagios, encargos, enchufes y circunstancias adyacentes .

Y junto con la constancia de su vacuidad intelectual, que no puede dejar de lastrar su conciencia existencial, tendrá que arrostrar en conciencia la sospecha de que sus presuntos méritos no son sino un montaje de los auténticos poderes fácticos, es decir el Himalaya mediático, esos que ordenan “de qué hay que hablar”.

Para cualquier ciudadano dedicado a su vida esto parece algo intrascendente, pero no lo es en absoluto para quien como su camarada Pablo y la casta redentora que los rodea se han educado (¡?) en la creencia de que son “los intelectuales orgánicos”, o parte de ellos, que han de transformar el mundo aplicando la “ciencia” antes “proletaria” y ahora “de género” o de “etnia suprema” o vaya Vd. a saber qué. Nada sería más ilustrativo que conocer los vericuetos de la carrera académica de P.Iglesias y Cía para conocer los hábitos de la especie que tiene por hábitat ciertas carreras y Universidades.

Pero en sí mismo este asunto de conciencia existencial y de moral pública no tiene una traducción directa en el juego político, a la vista del “juego de fuerzas” vigente. El engranaje que se está montando se ha de consumar si más chispazos afortunados no lo impiden. Sólo que a partir de ahora, pasado el susto, no le queda más remedio al “agraviado” de fino engendro que hacer de la necesidad de venganza virtud carismática, como los más acreditados fobodemócratas Y DEMOCRATOFOBOSsiempre han sabido hacer.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

EL REFERENDARIO EN SU LABERINTO


Al anunciar el (propósito de) referéndum de “autogobierno” Sanchez no ha hecho más que hacer gala del proceso real en el que estamos, dejándolo caer como si nada: la vía que conduce a un pacto entre los socialpodemitas y los nacionalistas para la independencia fáctica, pero todavía no jurídica, de Cataluña, con las “naciones” que vengan después por supuesto. A esto ya no necesita denominarle el hiperzapaterismo “federalismo”, le basta con dejarlo en “verdadero autogobierno”. Ese era el verdadero pago y la llave maestra de la la maquinaria que se puso en marcha expulsando a quien sólo hacía de felpudo..

Pero aun en estas entre la nobleza tertulianesca ajena a la clack mediática socialpodemita, abunda la interpretación de que estamos ante “otra ocurrencia” de Sanchez, cuanto no la más sofisticada de que el “astuto” Presidente se está cargando de razones para aplicar “en su momento” la Ley con todo rigor. Esto demuestra que el despiste patológico sobre la catadura y el peligro real del nacionalismo se extiende a la incomprensión de la más elemental lógica política que anima a la izquierda, por lo menos desde ZP.

Las simplezas, fantochadas vaivenes y ambiciones de ZP o de Sanchez, ni siquiera el interés en la conservación del bipartidismo, explican lo esencial de esta lógica política. Pues estamos ante algo más que el ejercicio funambulista de extender cortinas de humo o de seducir con embelecos demagógicos para “conservarse en el poder”. “Carece de proyecto político” dicen los que necesitan apaciguarse a sí mismos. ¿Les parece poco proyecto el México del PRI que ahora sería por mor de las circunstancias y de la presión podemita/separatista la Venezuela de Maduro? Al socialpodemismo no le falta proyecto, sólo necesitan, especialmente la parte socialista, convencerse de lo que realmente quieren y sobre todo dar con las teclas que lo permiten. Pero “¡esto es imposible en la Europa civilizada y desarrollada…!” “¿acaso no es el socialismo un partido socialdemócrata a la hechura europea?” ¡Ojalá! Pero si así fuera nada de lo que ha sucedido desde que se precipitó la caída de Aznar sería comprensible.

Conviene recordar lo elemental. El PSOE se encuentra ante la tesitura de ceder la soberanía nacional o de afrontar la unión con la derecha, lo que ellos llaman “derecha”, en defensa de la soberanía nacional. Pero esto segundo significaría echar por la borda toda la lógica de su política casi desde la transición. La diferencia entre el periodo de Gonzalez y el zapateril es que F. Gonzalez creía que podía domeñar a la vez al nacionalismo y a la derecha convirtiéndose en un PRI fáctico y europeísta democráticamente homologable. EL zapaterismo vio en el acuerdo incondicional con el nacionalismo y en el “cordón sanitario”, la condición inmutable e inexcusable para “redimir” España...de sí misma. A cambio claro del sacrificio de eternizarse en el poder. Se ha llegado a tal extremo de decrepitud mental que en este momento ni siquiera los votantes más blandos y “españolistas” del socialismo entenderían, sin una profunda “pedagogía” quirúrgica por parte de sus líderes, un acuerdo de Estado con todas las consecuencias, aunque fuera para la defensa de la soberanía nacional. Pero el problema de fondo es que sus líderes creen que la así dicha soberanía puede subsistir como un mera formalidad si los separatistas se avienen con todo y más, a cambio de no reclamar sillón en la ONU y en la Unión Europea.

Se “inventa” así la tercera vía, la de Iceta de toda la vida. Y hay que tomarla en serio porque están en ello. Las posibilidades de esta reedición pactada del Procés pasan primero por enganchar a la parte “moderada” del separatismo, Esquerra” y arrastrar luego a los de antiguo “cuerdos y sensatos”, y que ahora han cogido el gusto a la ultramontanidad más atraviliaria y “republicana”. Lo primero debe estar bastante cocinado. Lo segundo todavía está bastante crudo. Seguramente Sanchez cuenta con que la “burguesía” acomodada y de orden en cuanto se aburra de disfrutar del encanto orgiástico de la transgresión volverá a la realidad, tal como presumía don Mariano. A simple vista, descartada la aplicación de la Ley, la alternativa sería vivir en una especie de “palestinización” (el término lo escuche a Ana Grau y es de los más pertinente), lo que en la Europa democrática parece inconcebible. De modo que tarde o temprano tendrían que admitir algo más beneficioso que el gordo de la lotería nacional.

Pero es un arma de doble filo. Torra y los suyos han llegado muy lejos y huelen a la presa moribunda, o así les parece. Su llamada al “sacrificio” no significa otra cosa que enorgullecerse y aplaudir las gestas del matonismo institucional/borroka, como quien hace de figurante en la película de Gandhi. Al fin y a la postre lo divulgaban sus padres y casi abuelos “crear uno, cien y mil Vietnams”. Pero dadas las circunstancias de aquellos a los que se requiere el protagonismo es u7n ensayo de introducir el ingrediente lúdicoheroico en el cálido confort hogareño que ilumina la TV3. Todo el mundo, especialmente los suyos, quiere ir de vacaciones a lo más recóndito del planeta, cenar en restaurantes de más de tres estrellas, acceder a todos los canales por cable, chalé alternativo con piscina de agua caliente, deportivo y bicicleta, Masters y promociones, Disney-Paris con la excusa de los niños... y así todas las cargas del sistema opresor. Pero lo que importa, según esta ofrenda confortable/sacrificial, la Unión Europea no podría soportar una “disrupción” endémica sin llamar al orden al Estado socio que está siendo el Estado pagafantas.

En el fondo el doble enganche se reduce a despejar una incógnita. ¿Cómo pasar del “verdadero autogobierno” al reconocimiento del “derecho de autodeterminación”?. Supongo que muchas lumbreras llevarán meses sino años devanándose los sesos y desconozco si están llegando a algo. De este terreno de la cuadratura del círculo y de la más tenebrosa alquimia sólo se puede salir afrontando el juego de las promesas y la fe mutua. ¿Creerán los separatistas en un Gobierno frentepopulista? ¿Exigirán previamente garantías tangibles que afecten al entramado institucional y a la dignidad más íntima del Estado y no sólo algo más de pasta y obras públicas? ¿Podrá conciliarse el sueño socialpodemita como para poder saber lo que se hace de día?

Naturalmente esta conjetura sólo puede operar en el supuesto de que la inmensa mayoría del pueblo soberano permanezca en el estado de hipotensión crónica y ya casi inmemorial sobre el valor de su soberanía. Sanchez cuenta con ello, me temo que con bastante razón, y también con que basta crear la expectativa de un acuerdo “definitivo” con los que ya no serían “tan separatistas” para conservar la adhesión de la izquierda social y ampliar su base hacia el centro. Lo suficiente. Las disensiones entre los varones socialistas serían pecata minuta, pues antes cuenta la cofradía del Partido y el espíritu de la Izquierda, que la nación. Por eso ahora todo depende de que las iluminaciones bravuconescas de Torra parezcan sólo de consumo interno y que el previsión incendio de las pantallas se pueda presentar a la siempre bien dispuesta opinión de las gentes que no saben si son nación o qué y lo que eso significa como las Fallas de la libertad de expresión y de la sana democracia, preludio dialogado del fin de la pesadilla.

domingo, 2 de septiembre de 2018

PASIÓN DE INCRÉDULOS



Rajoy y Sanchez vienen a coincidir en la incredulidad sobre los fines reales de los secesionistas y en que lo procedente es combatir el matonismo institucional y callejero con el Nirvana y el precepto bíblico de poner la otra mejilla llegado el caso.

El cambio de Rajoy a Sanchez es en sumo grado sutil, por mucho que Sanchez lo envuelva de extremosa solemnidad. Hemos pasado de la antropología parda al progresismo “antropológsico”. Se deduce de la antropología parda de Rajoy que todo el mundo y especialmente los líderes obran por sentido común y no iban a ser menos en la patria del “seny”, aunque es comprensible y humano que a veces se les vaya la olla.

Desde su advenimiento “antropológsico” Sanchez debe su convencimiento a que todos los problemas y males los crea la derecha y que el nacionalismo no es sino una reacción comprensible contra esta lacra, como en el fondo ocurre con el socialismo. La fe en el diálogo a cualquier precio tiene su su razón de ser en que los nacionalistas tarde o temprano se darán cuenta de que lo suyo no es la independencia sino la extirpación de la derecha, centralista y franquista de natural.

Rajoy pretendía que el oasis catalán quedase tranquilo, es decir lo dejase tranquilo. Sanchez pretende que el nacionalismo colabore en la tarea común de extirpar el bulbo “franquista”, es decir todo lo que no tenga el aval democrático que otorga la izquierda. Para ello qué menos que tener también derecho a otorgar certificado y carnets de demócratas amén de disfrutar de un autogobierno total exceptuada la formalidad de la independencia de iure.

Rajoy dejaba campar a sus anchas al matonismo por una mezcla de pura displicencia y miedo a no recibir nunca el certificado de demócrata. Sanchez lo hace porque cree que en el fondo el independentismo no es más que una forma de antifranquismo.

Pero a la vista de que no hay manera de que los lazis dialoguen algunos explican la contumacia de Sanchez por su sinuosa astucia. Tanta delicadeza y maquiavélica deferencia hacia los golpistas tendría por fin cargarse de razones e intervenir si hace falta con todas las de la ley. Como si fuera un doctor que receta a su paciente hipertenso y cardíaco recalcitrante, atiborrarse de chorizos, morcillas, salchichas, butifarras y demás suculencias para que cuando reviente se someta a estricta dieta. Pero en realidad tal doctor ve al paciente bien sano y sólo necesitado de algún digestivo al cabo de cada comilona. Vamos que según Sanchez los nacionalistas tienen razón en el fondo aunque debieran ser más comedidos en algunas formas y modales. Y no es cosa baladí que guarden un poco las formas, de ello depende de que haya un gobierno “antifranquista” por años y legislaturas.

domingo, 5 de agosto de 2018

EL ENCANTO DE SANCHEZ


Supongamos que P.Sanchez sea un personaje banal, mediocre y por encima de todo adicto al poder, o al menos a la conquista del poder. Con todo su encanto eso sí, según parece. Pero su perfil personal sólo es significativo en el marco de la corriente de fondo del socialismo y en general de la izquierda española. Se desliza fácilmente el error de atenerse a lo primero, desdibujando la orientación general del socialismo.
Desde luego el papel de Sanchez no es baladí. Sin su audacia quizás el socialismo se hubiera contenido o incluso preparase el acercamiento a Cs, pero Sanchez no ha hecho otra cosa que explotar en beneficio de su afán de poder la radicalidad que subyace a la cultura socialista de la población española.

Igual que ZP, pero sin aspavientos retóricos, Sanchez trabaja por dar una y otra vuelta de tuerca a los dos ejes de la orientación histórica del socialismo desde la transición. En primer lugar la alianza estratégica con los nacionalistas. Es un error creer que se ha hipotecado a las minorías nacionalistas y podemitas por puro afán de llegar al Gobierno. Aunque así fuera la dirección fundamental del socialismo es refundar el pacto tácito con los nacionalistas.

Digo refundar porque no puede continuar el pacto original una vez que los nacionalistas se han decantado por la independencia, o al menos el independentismo expreso. Que el socialismo no sepa en qué puede consistir tal refundación, en esas circunstancias, no quiere decir que no la pretenda. Aquí rige lo de “se hace camino al andar”. Según su fantasía, lo único claro es que entre la autonomía presente y la independencia pura y dura existe un amplio trecho, en el que incluso cabría la independencia tácita pero no expresa. Lo importante es la decisión de fantasear a toda costa, por muy evidente que sea que los nacionalistas no van a aceptar compromiso estable alguno que no incluya la autodeterminación.

Ante ello la única estrategia posible es la de presentar como normal y conforme a la legalidad un estado de contestación de relativamente baja intensidad que no llegue a destaparse en insurrección abierta y decisiva. Al fin y al cabo es como si algo semejante a una Kale borroka capilarizada por toda Cataluña fuera soportable a efectos de gobernación general y de balance electoral. En este sentido los socialistas creen contar a su favor para reconducir a los separatistas con que la experiencia del 155 parece descartar la insurrección para siempre. No ya su viabilidad sino la existencia de ganas en las masas nacionalistas de arriesgarse a beber ese trago.

Tampoco estamos ante una mera maniobra de reconstruir el bipartidismo, porque nunca ha sido esa la estrategia de la izquierda. El juego entre Canovas y Sagasta o ahora entre los laboristas y los conservadores ingleses se basaba en el acuerdo tácito de que los contendientes tenían derecho a jugar y eran aptos para hacerlo.

Pero es parte irrenunciable del ADN socialista negar ese derecho y aptitud a la derecha. No a la política que eventualmente pueda hacer la derecha sino a la derecha en sí. Con ello tenemos la paradoja de que eventualmente pueda hacer la izquierda política de derechas, en caso de que esté claro ya lo que significa hacer política de derechas o de izquierdas, sin que se le caigan los anillos. Pero está en su derecho pues para los suyos, que son los que cuentan, lo hace de buena fe y cuando hay mosqueo se rectifica ose inyecta adrenalina y basta. Así se trata de un bipartidismo de chirigota, entre un campeón in pectore y un intruso al que las circunstancias han metido en el campo, para que se pueda decir que hay Liga.

Dentro de este esquema nutricio la novedad es la intromisión de los podemitas. Es el gran mérito de P. Sanchez hacer de la necesidad virtud. Así los podemitas se aparecen como un milagro, la ocasión para que el socialismo recupere su radicalidad y se sacuda el acomodamiento y la molicie. Una vez recuperada el dominio de la izquierda, la incógnita es, si llegado el caso, a Sanchez le temblaría el pulso para hacer de Chaves o Maduro, evacuando la prez a Pablo Iglesias. Pero claro eso sólo es un cuento.
Obviamente el matrimonio con los nacionalistas es indisociable de la deslegitimación de la derecha, cosa que ha de salir adelante a cualquier precio por mucho que la dinámica y la arquitectura institucional y cívica de la sociedad española se resienta y parezcamos una sociedad esquizoide dividida entre los que tratan de refugiarse en su propia sombra y los que tratan de acabar con su misma sombra. Pero tal vez el socialismo ha obrado el milagro de convertir el disparate en costumbre y de que estemos perfectamente adaptados al disparate sin reparar en el mismo.

lunes, 30 de julio de 2018

JUGAR A ESPERAR


El juego entre Sanchez y Puigdemont es muy incierto y de ello depende el futuro de Sanchez. Por supuesto de la unidad de España. Lo que más anima sin duda a Puigdemont no es la hipotética necesidad de Sanchez de devolver los favores prestados para acceder al gobierno. Como demostró el PNV con Rajoy, no puedes reclamar nada que no puedas hacer cumplir. La esperanza profunda de Puigdemont son las dudas que a cualquiera mínimamente objetivo puede inspirar Sanchez y el socialismo sobre su compromiso con la unidad de España, máxime cuando está dirigido por Iceta.

La baza electoral de Sanchez es la promesa embaucadora de que va a resolver lo de Cataluña con diálogo; la baza política ante Puigdemont es que la vía a la independencia sólo es posible con un Gobierno frente populista en España. Puigdemont sabe, o debiera saber, que Sanchez no se puede hipotecar a un referéndum decisorio antes de las elecciones ni a un compromiso electoral para convocarlo después. “Faltaría más”. Sólo hay así un punto estable de coincidencia: que no quede cerrada la puerta a esa posibilidad, mientras Puigdemont reclama y amenaza y los socialistas aparentan reconducir el Procés. No otro es el fin de lo que es a la vez una fantochada y un ensayo: la negociación en la “comisión bilateral”.

El absurdo en el que se mueve Puigdemont es que la posibilidad de abrir la vía a la independencia dependería de que el Gobierno frentepopulista fuera lo suficientemente fuerte como para no precisar de los apoyos separatistas. Sólo así gozaría de la autoridad necesaria para emprender aventuras verdaderamente expuestas. Pero el mensaje de Puigdemont se sostiene porque mientras Sanchez no cierre la puerta a la independencia rechazando cualquier apariencia de diálogo al efecto, se puede decir que sigue abierta la vía a la independencia. Curiosamente esto traba la vía que Sanchez/Iceta ofrecen: una independencia fáctica a la flamenca, sin oficialidad ni reconocimiento internacional. Sanchez cree que con paciencia los separatistas lo comprenderán y Puigdemont cree que mientras Sanchez está a la espera mayores son sus oportunidades. Creo que por esa coincidencia en no hacerse daño el juego va a continuar y se va a confirmar como la principal baza electoral de Sanchez. En esas estamos.

sábado, 21 de julio de 2018

HASTA EL NUEVO SUSTO


Creo que a Sanchez le debe preocupar más el congreso de los separatistas del PDCAT/Puigdemont que las andanzas del PP., tan bajo se ha caído por esos lares. Ya se siente tan cómodo y sobrado que puede permitirse ir de excursión rockera a costa del gasto público. Para que las elecciones, que con tanto esmero prepara, consagren su gobierno de frente populachero es preciso que en la opinión pública se instale que hay una vía de negociación con los separatistas. Al igual que la señora Soraya cuenta con que, pasado el susto del 155, la mayoría quiere apaciguamiento a cualquier precio. Eso sí los suyos además alguna satisfacción cainita, por eso de la autoestima. Cualquier persona racional y razonable comprendería que los separatistas se podrían dar con un canto en los dientes si se llevan Justicia y un referendum “sólo consultivo”, además del blindaje de todo lo que tienen y el lazito de la “bilateralidad”, que en todo eso está el Pzote. Si ni con esas se conforman, ni siquiera un tiempecito, es porque, el honor de Puigde. aparte, se cuenta que siempre lo pueden conseguir sin nada que perder, dada la inaudita debilidad del Estado gubernamental y el evidente apoyo de la Merkel a la línea Izeta. Toda la esperanza de Sanchez es que los separatas se den cuenta de que esas condiciones no son eternas y que más vale pájaro en mano, máxime si esto no impide que luego vengan los otros ciento. Su ventaja es que la mayoría de la población entiende la política a la luz de los dibujos animados de Walt Disney y del rockero de turno, y que mientras no haya un nuevo susto las promesas de felicidad son gratis.

jueves, 28 de junio de 2018

¿"VELETA" SANCHEZ?


La imputación de “veleta” es bastante común por parte de la derecha, cualquiera que sea el adversario político, sea de derechas, centros, izquierdas o de las propias filas. Indica que no se cree que en política se pueda ir de verdad en serio y de que haya posibilidades de que se ponga el peligro el statu quo. Rige en esos pagos más el principio de comodidad que el dilema eterno entre el principio de placer y de realidad. Para estos el fanatismo y el dogmatismo parecen poses que novan más allá del afán de ganar televidencia. Así se explica que Rajoy prefiriera el gobierno real de Pedro Sanchez al posible de Rivera. A ambos se les considera “veletas”, sin distinguir la sustancia del accidente. El primero "sólo" amenazaría el statu quo de boquilla y el segundo pondría en jaque la hegemonía y hasta la existencia del PP. Así  las sabrosas poses de Sanchez hacen creer que por ese lado no hay más que inconsistencia y ganas de calentar la poltrona gubernamental.

En realidad el veleta es lo común en las sociedades políticamente estables, casi el guión no escrito. ¿Estamos en tal tipo de sociedad? Ahora Sanchez con el poder en mano se ha lanzado a “tumba abierta”, como si el programa ideal de ZP no admitiera dilación. ¿Actúa como un veleta o como un fanático resentido? ¿o simplemente como un showman? Abundan desde luego quienes se consuelan que es esto último. Para quienes no nos consuela solo cabe pensar que tanta premura puede deberse a la ebriedad natural que producen las alturas del poder tan afanado, a la audacia napoleónica o a tener que cumplir compromisos inconfesables con sus benefactores. 

¿Pero no es más probable que sea por gusto?

En una situación tan enrevesada como la actual los cálculos definitivos son malos consejeros, sobre todo cuando vienen más del corazón que de la cabeza. Por eso creo que por mucho que calcule Sanchez se está dejando llevar por lo que le pide el cuerpo y que los compromisos inconfesables son una excusa para darse el gustazo, que su cuerpo ha estado mucho tiempo reprimido. 

Cuando se encuentre con Torra se topará con la realidad y tendrá que decidir, en caso de que, como es presumible, Torra le suelte que “autodeterminación o nada”, si se da el placer de sacrificar el Estado de derecho y la soberanía nacional o se resigna a transigir con un país tan “indigno”, como a sus ojos debe ser España. Tendrá que evaluar cuan soportable es la contradicción de no dialogar sobre la autodeterminación, una vez que ha hecho de fe de diálogo sin limites ni condiciones, y por supuesto de que la culpa la tienen quienes en estos seis años se han obstinado en "no dialogar".

Pero en cuanto al fondo, ¿se puede dudar de verdad de lo que QUIERE Sanchez? Parece que el éxito de su golpe de mano le ha debido ratificar en su convencimiento de que está destinado a la gloria y que la historia premia a los audaces. El único problema es de qué manera, para lo que depende de que Torra le dé la solución, o al menos le deje tiempo para pensarla.

sábado, 9 de junio de 2018

REFUNDAR EL PROCÉS.


Se han apretado las filas socialistas para recuperar el bipartidismo y con ello la hegemonía política e ideológica. Más que un gobierno de circunstancias para ir tirando parece un gobierno decidido a que la población le agradezca que le libre de la pesadilla del Procés. El socialismo va a jugar fuerte la baza de la “normalización”, tal como se ha dado prisa en proclamar.

La política española en toda la democracia ha tenido por vértice la alianza estratégica entre el socialismo y los nacionalistas. De ello depende el predominio del PSOE. Este cinturón de hierro se resquebraja por los excesos del Procés y el desgaste de materiales, es decir la deslealtad permanente nacionalista sin corrección alguna.

Desde la perspectiva socialista no hay otro remedio que refundar el statu quo de la alianza con los nacionalistas con pasos concretos y un proyecto lo más definido posible. El golpe de mano que ha aupado a Sanchez significa que o bien cuenta con la aquiescencia del conglomerado nacionalista para refundar el statu quo o bien cree que de esta forma puede conseguir tal conformidad. De esta forma pide una tregua bien para negociar ya o para preparar negociaciones. En el fondo es lo de menos. Todo depende de que los nacionalistas se avengan a la refundación de modo que esta sea viable.

Más allá del beneficio publicitario, la presencia de Borrell y Margarita Robles marca la línea roja: ni República, ni independencia, ni derecho a decidir por concesión legal, lo que por otra parte sería imposible. Es una línea roja obvia pero que es oportuno recordar porque los separatistas viven en la creencia de que todo es posible sin necesidad de verdadero sacrificio. No dudo que los socialistas en ejercicio, incluido Borrell, tragarán cualquier solución que no parezca la independencia ni la oficialice.

Pero hasta esta línea roja todo es posible, por ejemplo la autosuficiencia estatuaria que ha propuesto el Círculo de empresarios y que convertiría a Cataluña en una especie de Estado Libre Asociado. Los esfuerzos de la Sra. Batet tienen que dirigirse a convencer que algo como esto es viable pero sobre todo a que se puede confiar en el PSOE después de las próximas elecciones. El control de los tiempos, las proclamas, los secretos y los silencios depende de ello. También la supervivencia del PSOE, un partido que no puede sobrevivir sin ser hegemónico.

Ahora la pelota está en el tejado de los separatistas. Lo de siempre: Realidad o Utopía. Si devuelven la pelota empezará la partida de verdad. Si no le dejan opción al PSOE y siguen con la política de tierra quemada será difícil que el PSOE encuentre alguna rendija.

viernes, 1 de junio de 2018

LA FE PÓSTUMA DE RAJOY


Es claro que la cohesión y la moral interna del PP descansa en el convencimiento de que sólo ellos garantizan la continuidad de España en cuanto que comunidad política. Sin duda esto es discutible pero chirria la ligereza con la que se toma el peligro de desaparición de nuestra comunidad política. Por ejemplo la Sra. Cospedal, su única dirigente digna de tal nombre, reduce el trance en que se encuentra España a una cuestión de estabilidad. De esta forma el descabalgamiento del PP llevaría a España a la “inestabilidad”. Creo que así puede estar Italia, para quien es lo suyo estar en permanente inestabilidad, pero aquí la inestabilidad permanente puede resultar mortífera y trágica. No son de pacotilla las tendencias destructivas pero más poderosas las que se lo toman como una cuestión menor o una simple superchería de la derecha.

La gestión que ha hecho Rajoy del final de su agonía revela que nunca ha creído que nuestra comunidad política estuviese amenazada en serio. Pero no porque se esté dispuesto a hacer frente a sus enemigos con todas sus consecuencias, sino porque sería imposible metafísicamente, no cabe en el orden racional, o providencial según se vea, del universo. Desde esta perspectiva de tan aparente “sentido común”, -supongo que G.E. Moore será la lectura de cabecera de Rajoy- por muy bravas que sean las aguas desbordadas necesariamente han de volver a su cauce. La esencia del marianismo se resume en el pasmo en el que le sumió la “traición” del PNV. Da la impresión de que su infructuoso afán de convertir en amigos y caballeros a quienes lo cifran todo en hacerlo el enemigo público numero le mueve más a la melancolía y la resignación mancillada que a revisar el propio chip. El estacazo de sus socios leales es el desenlace de una novela de sinsabores y “malentendidos” donde los malos no se han comportado como debía hacerlo toda persona y fuerza de bien.

Rajoy entiende la política desde su peculiar personalidad, cuando lo normal es amoldar esta a la forma de entender la política. Pero haciendo abstracción de ello, que es mucho hacer, la lógica por la que Rajoy ha preferido un Gobierno potencialmente suicida, para España, a la de forzar elecciones, o intentarlo, da al traste con cualquier intento de identificar el interés del PP y el interés general de la nación. Se ha optado por la improbable salvación del Partido antes que por una vía de esperanza para invertir este proceso. Descartado convocar elecciones generales por mal augurio para el Partido, mejor soñar que la resurrección está al borde de la esquina si Sanchez se estampa al ponerse a gobernar. Lo único preocupante es la intromisión de Rivera, que debería pagar su osadía tal como quiere todo el conjunto del espectro político.

Pero esto es un juego de niños, una batallita ajena a lo que está en juego. Rajoy ha entregado todas las cartas al engendro rupturista, como si estos fueron ineptos e imbéciles y no fueran más que a darse a las bravuconadas para que el electorado de derecha de toda la vida renueve contrito y alarmado su adhesión. Veremos si es así.Todo depende de como los socios del milagrero Sanchez acierten a modelarlo, de como Frankenstein se remodele a sí mismo. Si se conforman con darle margen para coger aire, a cambio de gestos simbólicos, y citarse en las elecciones adornado con todo tipo de beneficios y prebendas “sociales”, y alardes guerra civilistas, o si le requieren a que concrete ya la confederalización de España. Como Rajoy está convencido de que sólo el sabe manejar los tiempos, debe ester convencido que sus enemigos andarán a palos de ciego entre ellos, sin parar mientes que en política nada une más que el odio una vez que el objeto del odio común está bien perfilado. También el odio, para prosperar, requiere prudencia y alardes empáticos.

jueves, 17 de mayo de 2018

ANTIPATÍAS


Los avatares del Procés tocan la fibra judía de cualquier ciudadano consciente. Se destapa en el Procés lo más prototípico y archisabido de la infamia. Lo más temible es la displicencia con la que las élites políticas camuflan su miedo a conocerlo y sobre todo a reconocerlo. H. Arendt cita una reflexión de Goldstein en los albores del Holocausto.

“Es fácil demostrar lo absurdo de los argumentos de nuestros adversarios y probar que su enemistad carece de fundamento. ¿Qué se ganaría con esto? Que su odio sea genuino. Cuando se hayan rebatido todas las calumnias, rectificado todas las distorsiones, rechazado todos los juicios falsos sobre nosotros, quedará la antipatía como algo innegable. Cualquiera que no se de cuenta de esto no tiene remedio”. (Hombres en tiempos de oscuridad, H. Arendt)

Hay poco remedio ante una ignorancia querida. Juliana se alarma porque bastaba guardar la bestia en el armario. Teme que el entramado político DE LA IGNORANCIA que tiene su vértice en Madrit pase apuros. Ni siquiera eso está claro. La sospecha de caer antipáticos siempre ha estado a flor de piel. La vergüenza ya cronificada por el ser de España se resuelve en la autocupabilización. Sin saber por qué ni en qué, pero por algo no caemos simpáticos. El sueño de nuestra democracia es caer simpáticos a toda costa y remediar lo que debe ser un enigmático “malentendido”. Goldstein ha descrito el resultado, un episodio más en la “Historia de la Infamia”.


martes, 15 de mayo de 2018

EN EL PAISAJE DE LA BESTIA


*El Govern del más bestia para lo más bestia.

*El único debate racional posible: ¿provocan para que se produzca la intervención o porque cuentan que no va a haber intervención, al menos de verdad?.

*La secuencia del totalitarismo es de manual, pero las víctimas sólo la comprenden cuando está prácticamente cumplida. No porque se precisen luces especiales, sino porque hacerlo antes amarga la vida. Todo empieza con el dominio intelectual y (con posibles variantes) sigue el dominio semántico, el dominio ideológico (ahora se dice “relato”, y también se podría añadir la imaginería), el dominio simultáneo de los medios y de la calle, el dominio político, el acceso al gobierno, la toma del poder y por fin el cumplimiento del destino y del relato: la tarea histórica de ajustar cuentas.
Naturalmente la “variante” del terrorismo cambia la secuencia, pero es otro asunto.

* Rajoy merece comprensión y cariño por estar sumido en un estado de ansiedad difícil de soportar, aunque bien lo disimula con todo valor y maña. Pues como ha confesado y tiene razón: “la ansiedad no soluciona nada” Será por eso que nada se ha solucionado.