Nada
se puede comprender si no se tiene en cuenta el pavor cerval del que
es presa no sólo Rajoy sino todo el P.P. Pavoro a que cualquier paso
hacia adelante provocará tal castigo de las izquierdas picapiedra,
que los puede abocar a la desaparición. La impugnación de la
vicepresidenta, no por inacción sino por “sobreactuación”, es
un ejemplo. La derecha se siente rehén de los Picapiedra, pero no
por su debilidad parlamentaria, sino como consecuencia de asumir su
derrota ideológica ante la opinión pública. El miedo al reproche
de que pretenden desviar la atención de la corrupción es un motivo
nada baladí de que el PP no ha hecho nada para detener el Procés. A
nada se atreven sino van de la mano de Sanchez, ...mientras éste
sólo espera el momento de dar “su golpe”.
Bien
preocupante es que, por todas las señales, o la falta de señales,
nada se mueva en el organismo del PP. Parecen haber asumido que ante
la población son un partido corrupto y que esa imagen, sea verdadera
o falsa importa poco, ya es una losa inconmovible. Así sólo pueden
actuar a escondidas, sin nada que defender y sólo para defenderSE.
Carecieron de reflejos, de claridad y de valor para depurarse ante la
opinión pública y cerraron filas tras el principio de autoridad,
como si descabalgar a Rajoy fuera a dar por bueno que son por
naturaleza corruptos. La única gran habilidad de su líder ha sido
manejar ese complejo y trasladarlo a su base social haciendo de SU
miedo a la izquierda su principal baza electoral y propagandística.
Es decir transformando su miedo ante la opinión pública en miedo de
su opinión pública a la reedición del frente popular.
Pero
aun es peor que se da carroña a la campaña picapedrera y
separatista de que toda la culpa la tiene Rajoy. Porque ya la gente
no va a discriminar entre la imputación picapedrera,( de que es
culpable también de lo que pasa en Cataluña por “no dialogar” y
no ofrecer lo que ellos denominan “soluciones políticas” , es
decir reconocimiento del derecho de autodeterminación), y la
imputación lógica de su inacción culpable. Los PPeros deben soñar
que dos imputaciones antagónicas se anulan entre sí. Tal como en
matemáticas uno menos uno es igual a cero. Vamos que guste o no a la
gente, España sólo tiene al PP. Por eso que sólo se atreva a dar
sopapos y collejas a Rivera a la menor ocasión.
Lo
único que parece mover al PP es el instinto de supervivencia.
Instinto que lo lleva a una loca huida hacia donde sea, para
esconderse de rincón en rincón y de madriguera en madriguera.
Únicamente cuentan con la esperanza de la división entre los
picapiedra y entre los separatistas. En este caso la angustiosa
espera de que el suflé de la sedición se desinfle por sus propias
contradicciones.
Pero
sin comerlo ni beberlo la inacción del PP ofrece razones a la
izquierda picapedrera para actuar y echarlo. No ocurriría así si
por ejemplo cumpliese con su deber ¿se atrevería llegados a este
punto Sanchez a oponerse abiertamente a la aplicación del 155, por
mucho que no lo apoye? Pero sin atreverse a ello y promoviendo hasta
el final la desesperanza ¿no se predispone a la población a
agarrarse a lo que sea que parezca que es algo? ¿no se justifica que
vengan otros a “hacer algo”? Incluso podemos llegar al caso de
que Sanchez se canse de esperar a que Rajoy “dialogue” con los
golpistas para dar el paso.
Lo
esperpéntico es que en un momento en que la mayoría de la opinión
pública, espoleada por el discurso real y por las vergonzosas
imágenes de humillación a que están sometidas la Policía y G.C.,
deja atrás los asuntos cotidianos, entre ellos la rabia contra
corrupción, y empieza a atender a lo que hay que atender, la derecha
oficial siga con su cálculo de supervivencia y también sea incapaz
de liberarse de su pavor patológico. Vease Maillo o Perez de Vigo.
Han creado unos mecanismos de autodefensa tan sofisticados como los
de los faraones para proteger sus tesoros en su sepulcro. El faraón
se ha de llevar con él a la tumba a toda su servidumbre y fieles.
Sin
embargo ante el abismo, ya la inacción total tiene poco recorrido. A
Rajoy se le presentan dos alternativas. O suspender la autonomía y
encarcelar a los cabecillas del golpe o promover “el diálogo”, a
la desesperada y con los Picapiedra a la espera. Lo curioso, lo
patológico, es que es más propenso a creer que hay más
posibilidades de que lo primero lo lleve a la tumba que lo segundo.
Veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario