domingo, 21 de mayo de 2017

ANTE EL ABISMO "ROJO"


A los oficialistas sólo les puede salvar que aflore in extremis el instinto de supervivencia por miedo a la aventura sanchista; pero si así fuera , lo sería a pesar de que no se han atrevido a denunciar lo temible que es verdaderamente tal aventura.

Me parece que Susana ha concedido a Schz. una ventaja estratégica que la deja prácticamente indefensa. Ha creído que la reivindicación de la marca del PSOE y de la tradición es suficiente. Que así basta para asociar a su liderazgo la esperanza en el triunfo del PSOE. Ha pasado sobre ascuas por el desafío de Podemos, y por tanto de Schz, sin capacidad de encarar su gravedad. Lo critica, y de paso a Schz, por pretender acabar con el PSOE. Pero ya se ha instalado irreversiblemente en las bases que la verdadera amenaza es el PP y que además es deber sagrado del PSOE exterminar al PP o sacarlo del gobierno. En esta cruzada los podemitas e incluso los separatistas son un aliado seguro, mientras no se los vea no solo como una peligro para la democracia, sino como responsables de un proyecto de dictadura sin ambages.

Seguramente Susana no se ha atrevido a denunciarlos, porque eso no lo tiene claro y por el temor a provocar una mayor reacción contraria en las bases. En el fondo su confianza es rehén de la trampa que el mismo PSOE se ha tendido históricamente, al considerarse la única representación legítima de la democracia en España, frente al presunto peligro procedente de la derecha. En el imaginario socialista se asocia mecánicamente el ataque al PSOE con el ataque a la democracia, pero siempre dando por supuesto que ese ataque, real o imaginario, sólo puede tener por origen la derecha.

Por el afán de deslegitimar a la derecha, que ha de cargar con la sospecha permanente de heredar el franquismo, ha alentado la falacia instalada en el horizonte de la cultura política hispana de que ser de izquierdas es ser demócrata, se adjetive la democracia como sea.

Pero la carambola insospechada del surgimiento de podemos ha alterado el panorama en el que el PSOE contaba con el monopolio de la izquierda, con IU de vicario. Con ello lo más importante: el principal activo del PSOE, su marca, queda desdibujada, sino desvalorizada y cuestionada. Ya no es para la izquierda social lo verdaderamente sagrado. Cada vez cuenta menos eso de que “la única forma de ser de izquierdas es ser socialista”. Se abre paso la idea de que “ser socialista es una forma de ser de izquierdas”, lo que para Schz. significa ser “rojo” sin máscaras; se puede acabar diciendo, invirtiendo a Felipe Gonzalez: “antes de izquierdas y rojos que socialistas”

El tono general es que con Podemos se puede colaborar aunque cause molestias. Seguramente los oficialistas lo harían depender de que el PSOE estuviese consolidado para disfrutar de una posición hegemónica ante los podemitas y para Schz habría que hacerlo sin condiciones.

Prueba de la disposición mayoritaria dentro del PSOE es que el motivo de la resistencia de los oficialistas a pactar con Podemos es el compromiso de estos con los secesionistas, asunto para Schz accidental. Se puede especular si a los sanchistas nada les importa la unidad de España, si creen que no hay un peligro real o que sufren de rabia incurable contra el PP y que nada más importa. Pero la estrategia o ausencia de ideas oficialista de fiarlo todo a la conservación de la marca tampoco ayuda a cortar esta indiferencia ante el separatismo una vez que es doctrina ortodoxa el menosprecio de la realidad de este peligro.

Pero también cuenta el hambre de triunfo.

Schz puede traducir su ventaja estratégica en promesas de éxito, pese al intento oficialista de presentarlo como un fracasado. Una vez que están todas la cartas sobre la mesa, la oferta a las bases y a la mayoría de sus votantes de un gobierno probable a corto y medio plazo con los podemitas e incluso los separatistas es algo más que una tentación
Mientras que Susana, más allá de las vaguedades, sólo puede sugerir un Gobierno con Cs, para lo cual se ha de desmoronar el PP y recoger los restos Cs, que no está claro lo uno ni lo otro. Eso o una incierta travesía en el desierto a la espera de que el podemismo se desinfle mientras ellos resisten. “Largo me lo fiáis”.

Además en lo peor los sanchistas no tienen nada que perder, pueden meterse en Podemos. Pero a los oficialistas, de perder, no les queda más que irse a ninguna parte o postrarse. El colchón rojo podemita es un incentivo para los sanchistas a seguir con lo suyo pase lo que pase; la comodidad tradicional de un PSOE impune ante la opinión pública por su presunta superioridad moral ya no es suficiente para despejar dudas y aguantar en la incertidumbre. Porque el problema de fondo es ¿con que ideas resistir si ya no basta la marca?

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