Entre los españoles
es de mal gusto mentar Gibraltar, suena a señalar la mosca en la
comida de un Michelin cuando estás invitado; entre los británicos
debe ser signo de pedigree patriótico.
Porque Gibraltar, en estos tiempos de pequeñeces,
es vital para que Inglaterra siga sintiéndose Imperio. Como Las
Malvinas y tamañas grandezas.
Pero por lo que
algunos dejan entrever, a los más ultras british( y cualquier
british que se precie ha de ser algo ultra de tal, y llevarse esto
con ironía es lo más) nada les debe encantar más que sacudirse a
los latinos.
Encima algunos
tardoimperiales no disimulan sus ganas de darnos unos buenos cachetes
y collejas, ¡abusones!
Al Gobierno se le
acumulan los problemas; ahora le viene encima Gibraltar y ha de
disimular que hace algo. Pero los españoles lo comprendemos, no
nos importa que no haga nada. ¿Cómo vamos a desilusionar a los
ancianos que viven soñando sus viejas glorias?
No hace falta cerrar
la verja, bastaría levantar un arco del triunfo sufragado a escote
por los vecinos de la Línea.
¿Pero si ahora
resulta que los del U.E. nos exigen compostura y respeto hacia
nosotros mismos? Ese sería el verdadero embrollo.
Si el ministro
Dastis dimitiera o fuera cesado, ¿iba a peligrar la dignidad
paisanal? Podría de paso hacer un cursillo de “interés paisanal”,
que ya no se lleva eso de “nacional”, y adornar con ciertas
nociones su brillante currículo diplomático.
Es la crónica del
buen paisano.
Creo que fue Toynbee
quien dejó dicho o escrito que Europa era, o había sido, una
inmensa ave (¿una gaviota?) movida con dos alas: la Gran Bretaña y
España. Ahora una es alita de paella, la otra va dando aletazos de
ciego.
Porque a los británicos les ha faltado crear el Quijote para librarse de los fantasmas imperiales. En realidad no se han atrevido a hacerlo. Huckleberry Finn apenas lo roza y además no es británico.
Pero eso sí, se han mostrado prudentes al no dar eso paso, viendo como a los españoles la cura se ha pasado tanto que le hemos encontrado el gusto a la vida en un tonel moral.
Porque a los británicos les ha faltado crear el Quijote para librarse de los fantasmas imperiales. En realidad no se han atrevido a hacerlo. Huckleberry Finn apenas lo roza y además no es británico.
Pero eso sí, se han mostrado prudentes al no dar eso paso, viendo como a los españoles la cura se ha pasado tanto que le hemos encontrado el gusto a la vida en un tonel moral.
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