No
creo descubrir nada si resalto la evidencia de que varios años de
furor demagógico televisivo y televisado con el pretexto de la
crisis y de la corrupción, han puesto de rodillas la democracia,
pero no por imperfecta (faltaría más), o incluso en lo que tiene de
infecta, sino por democracia. De la misma forma que ha dividido a
España en la España de la rabia y la venganza y la España del
miedo y el acobardamiento; la España de “esto no va a quedar así”
y la de los que recelan que alguien les apunte con el dedo,
escupiendo eso de “algo habrás hecho”.
A
efectos políticos estos años han traído la podemización del PSOE
y el achantamiento de los populares, sin olvidar el desgraciado
prurito de C,s para disputar a los podemitas una parcela de la “nueva
política” y una participación en la fiscalía moral. Pero hay un
empecinamiento en despachar algo tan grave en términos de psicología
social o de sociología de circunstancias, como si esto fuera un tic
reflejo que se da por igual en todas las sociedades.
En el poder del pasado
no creen ni los historiadores, salvo los que la historia ponen al servicio de
la venganza histórica. De tanto denostar el pesimismo histórico que
propagó la generación del 98 y de tanto interpretar la gesta moral
de la transición como “un borrón y cuenta nueva”, la venganza y
la vergüenza histórica (o sea vulgarmente “memoria histórica”)
ocupa el lugar de la comprensión histórica. ¿Se puede comprender
nada de lo que por aquí pasa sin tener en cuenta la depresión
colectiva, el complejo de inferioridad ante el mundo avanzado, la
necesidad ciega de buscar culpables y más culpables aquí dentro,
por no ser lo buenos y justos que debiéramos, que tan anómalamente
habita nuestras aguas más profundas? ¿fue la guerra civil un punto
de arranque, un punto final o un episodio de lo que todavía sigue?
Lo
que ha acabado siendo un sacrificio ya es un albadonazo para las
(malas) conciencias. No hay que sorprenderse de los que ante el
cadáver caliente hacen alarde de monstruosidad, pagados además
por si eso les otorga más “credibilidad”. Son “coherentes”
con su afán y su naturaleza. Si los que están, estamos, acostumbrados a vivir como
avestruces o quienes están/mos presas del cainismo, por ignorancia o
incluso por conveniencia, nos sentimos en algún grado miserables,
algo queda para la esperanza.
Descanse en Paz Rita.
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