jueves, 24 de noviembre de 2016

DESCANSE EN PAZ RITA


            No creo descubrir nada si resalto la evidencia de que varios años de furor demagógico televisivo y televisado con el pretexto de la crisis y de la corrupción, han puesto de rodillas la democracia, pero no por imperfecta (faltaría más), o incluso en lo que tiene de infecta, sino por democracia. De la misma forma que ha dividido a España en la España de la rabia y la venganza y la España del miedo y el acobardamiento; la España de “esto no va a quedar así” y la de los que recelan que alguien les apunte con el dedo, escupiendo eso de “algo habrás hecho”. 

             A efectos políticos estos años han traído la podemización del PSOE y el achantamiento de los populares, sin olvidar el desgraciado prurito de C,s para disputar a los podemitas una parcela de la “nueva política” y una participación en la fiscalía moral. Pero hay un empecinamiento en despachar algo tan grave en términos de psicología social o de sociología de circunstancias, como si esto fuera un tic reflejo que se da por igual en todas las sociedades. 

            En  el poder del pasado no creen ni los historiadores, salvo los que la historia ponen al servicio de la venganza histórica. De tanto denostar el pesimismo histórico que propagó la generación del 98 y de tanto interpretar la gesta moral de la transición como “un borrón y cuenta nueva”, la venganza y la vergüenza histórica (o sea vulgarmente “memoria histórica”) ocupa el lugar de la comprensión histórica. ¿Se puede comprender nada de lo que por aquí pasa sin tener en cuenta la depresión colectiva, el complejo de inferioridad ante el mundo avanzado, la necesidad ciega de buscar culpables y más culpables aquí dentro, por no ser lo buenos y justos que debiéramos, que tan anómalamente habita nuestras aguas más profundas? ¿fue la guerra civil un punto de arranque, un punto final o un episodio de lo que todavía sigue?

             Lo que ha acabado siendo un sacrificio ya es un albadonazo para las (malas) conciencias. No hay que sorprenderse de los que ante el cadáver caliente hacen alarde de monstruosidad, pagados además por si eso les otorga más “credibilidad”. Son “coherentes” con su afán y su naturaleza. Si los que están, estamos, acostumbrados a vivir como avestruces o quienes están/mos presas del cainismo, por ignorancia o incluso por conveniencia, nos sentimos en algún grado miserables, algo queda para la esperanza. 
               
                                     Descanse en Paz Rita.



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