Si
en la transición los franquistas tuvieron que hacerse el harakiri,
ahora los psocionacionalistas vascos aspiran a que el conjunto de los
ciudadanos españoles, o sea la nación, se haga el harakiri para
tener una “nación de naciones” (o algo así) en paz.
Lo
que parece un pacto de conveniencia táctica no deja de responder a
una profunda coincidencia de fondo: el PNV quiere ir partido a
partido y gota a gota, para poder decidirse a hacer la carambola de
la independencia si le conviene, pero ya con todas las bolas bien
colocadas; el PSE-PSOE necesita su tiempo para reconvertirse en otro
PSC. Ambos piden transitar hacia un fin que no saben si quieren, la
independencia en el caso del PNV, la Confederación o vaya Vd. a
saber qué, por parte del PSE-¿PSOE?, pero “desde la legalidad a
la legalidad” (Torcuato Fernandez Miranda). Lo que en este caso es:
“desde la soberanía nacional a la soberanía de las presuntas
naciones”.
Conviene
tener en cuenta las diferencias sociales y políticas con Cataluña,
parte del condimento de estos pactos:
-las
clases medias acomodadas vascas, sea por razón o por instinto, son
mucha más conscientes que las catalanas de que la independencia
sería una estupidez- a las clases medias catalanas les pierde su
encono contra “Madrid” para ver su propia realidad-.
-El
PSE todavía ha de conservar las formas ante una parte de su
potencial clientela, aunque ha dado suficiente carnaza a los
podemitas para que parte de su público se deslice a hacer de
comparsa del batasunismo, sin comerlo ni beberlo; el PSC danza en el
escenario como si todo le importara un bledo.
Pero
ya para ambos coinciden: creen que la mejor forma de frenar al
nacionalismo es dándoles la razón en el fondo, con pellizquitos eso
sí por sus malas formas. Con lo que por supuesto tienen que acabar
convencidos de que en el fondo ellos también piensan lo mismo
(Síndrome de Estocolmo ideológico). Es de temer que ya sufren de
tal perturbación hace tiempo y se trata de que la compartamos todos.
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