domingo, 18 de septiembre de 2016

SANCHEZ ANTE EL FETICHE


¿Por qué no denuncia Schez la complicidad podemita con el secesionismo?

La pregunta es pertinente desde el momento que Podemos se ha convertido en la cuña del secesionismo, de todos los secesionismos posibles, en la sociedad española. Y además sin sonrojo y con la cara-dura bien alta. Cabía la presunción de que, en el primer proceso electoral, tal opción fuera un pretexto para no formar gobierno con el PSOE y “sorpasarlo” a renglón seguido. Ahora que no parece venir esto al caso ya se ha cristalizado la “unidad de destino” del podemismo con los nacionalismos secesionistas. En la estrategia podemita cuenta tanto la tentación revolucionaria como el hecho de que los más activos seguidores se comunican ideológicamente con el nacionalismo radical de tal forma que son indistinguibles. Por mucho que una parte de su público sea ajena al nacionalismo y otra parte vea en Podemos una alternativa de izquierdas al nacionalismo, estos reticentes bien pueden tragar ante el fin supremo de acabar con las derechas.

Aunque Schez tuviera simpatía por el fetiche del “derecho a decidir”, cosa que desconozco y que, es de temer, podría él mismo también desconocer a la manera zapateril; por muy simple que este “líder” sea, no puede desconocer que, de inclinarse ante dicho fetiche, el PSOE estallaría en mil pedazos. Pero el hecho de que “tantee” la formación de gobierno con los avalistas podemitas del susodicho fetiche, como si la carta no estuviera sobre la mesa, indica que su estrategia de supervivencia personal está indisolublemente unida a la formación de un gobierno frente populista, a pesar de los pesares, incluso más allá de este ciclo electoral y para el caso de nuevas y sucesivas elecciones.

Resultando el fetiche por ahora inasumible, los Sanchistas estarían a la espera de que o bien Pablemos se avenga a abandonarlo o a que cobre cuerpo la contestación interna de los podemitas “sensatos”. O que los barones al final “comprendan”, vayan Vds. a saber. En ese escenario se prevé la entrada en las terceras elecciones. Camino a ello Sanchez tiene que ofrecer subliminalmente al menos la expectativa del “gobierno del cambio”, expectativa que quedaría minada si entra en polémica abierta con los podemitas. Como no puede denunciar la complicidad podemita con el secesionismo ni tampoco venerar el fetiche, no queda otro remedio que tratar de que la responsabilidad por no formar gobierno frente populista y por provocar nuevas elecciones recaiga en la “incompatibilidad” entre C,s y Podemos.

De todo esto resulta que el fetiche secesionista adquiere carta de ciudadanía y que los podemitas pueden alardear de sus nuevas convicciones sin repudio alguno y con todo descaro. En el PSOE sigue presente que la defensa abierta de la unidad de España los alinea con las derechas y distrae al público de su cruzada contra la corrupción, “la de la derecha” claro está. En el público en general queda la sensación de que el secesionismo es un lío entre los políticos y una mera fantasmada.

Ante el horizonte cercano de que los secesionistas catalanes se decidan a proclamar  e implementar la independencia, el panorama nacional no da muchas señales de entereza: un cuarto de la sociedad española-los podemitas- puede apoyarlos o incluso movilizarse a su favor, a otro cuarto-los socialistas- sólo le preocupa disculparse culpando a la derecha por inmovilismo y “falta de diálogo y soluciones”, mientras que en la derecha en general, salvo quizá alguna a excepción, prima el miedo a ser sospechoso de echar leña al fuego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario