viernes, 15 de abril de 2016

EL INDEPENDENTISMO DE RAZÓN


Según se cuenta el secretario de estado señor Lasalle presentó a un preboste separatista de pro como un “independentista de razón”. Un caso notable del espíritu deportivo y de las ganas de agradar con el que gran parte de nuestros políticos retozan con el separatismo.

¿Pero a qué racionalidad se puede referir?

Subjetivamente lo que diferencia por ejemplo al Papa de quien cree con la fe del carbonero es que el primero es capaz de enhebrar un discurso coherente y sostenido en torno a su fe, siendo en este sentido tanto más racional cuanto más amplia sea su potencia argumental. Pero esto no hace más racional las ideas ni lo que mueve a tenerlas, sino la destreza narrativa. Para juzgar si sus ideas son racionales y razonables, habría que ver si están en razón con la realidad.
Por eso importa poco si uno llega a determinadas ideas leyendo todo el día sin salir de su cuarto o calentándose el ánimo en los estadios de fútbol o ante las tertulias de la tele. Sería racional en todo caso quien al debatir o estudiar estuviera abierto a rectificar y a dejarse convencer ante argumentos superiores. Pero lo normal es que los considerados intelectuales, intelectuales orgánicos diría Gramsci, pongan el razonamiento al servicio de la convicción pública y no a la inversa. En cualquier caso es muy presuntuoso creer que se puede saber cómo cualquiera alcanza y tiene sus más importantes convicciones. No irá muy desencaminado quizás quien piense que las convicciones nos llegan y les hacemos sitio con mayor o menor gracia.

De la misma forma que el peso de la razón y el sentimiento es indiscernible y seguramente se complementan en la toma de posición personal.

Sería mucho suponer por ejemplo que Verstringe era pronazi por convicción o corazón y se hizo trotskista por reflexión y raciocinio o a la inversa. Seguramente intervenían en ambos registros las mismas potencias mentales. Lo único constatable y seguramente cierto es que en ambos casos ponía al servicio de su convicción una abundante reflexión, más o menos aguda y certera. Reflexión dirigida normalmente más que a convercerse a buscar la forma de convencer.

Se mire como se mire la única racionalidad posible en política es la que incumbe a los proyectos e ideas primero y a su realización después. Pero lo primero es necesario e imprescindible. Desde este punto de vista es irracional quien pone todo el peso de la razón al servicio de ideas irracionales, y tanto más irracional cuanto más irracionales sean las ideas y mayor sea el poder racionalizador. Pues entonces no hay razonamiento sino racionalización, encubrimiento de lo irracional con buenas razones.

¿Quería decir más bien el secretario que el tal preboste era un independentista “racionalizador”?

¿Es racional el nacionalismo o una racionalización? Depende, según y como. En la Italia del XIX se acerca a lo primero y seguramente en USA o en la Francia de finales de siglo XVIII. El nacionalismo alemán, francés, inglés de principios del XX, fueron una calamidad irracional desde el punto de vista del interés general de la humanidad. Vean también el de las repúblicas exyugoslavas y tantos etcéteras.

¿En qué puede consistir la racionalidad del nacionalismo catalán en el siglo XXI si tiene alguna?
Por lo que dicen, en la suposición de que catalanes y el resto de españoles hemos sido incompatibles históricamente y lo seguimos siendo ahora. Incompatibles hasta el punto de que no podemos convivir bajo un mismo poder público ante el resto del mundo, llámesele Estado o Nación o ambas cosas a la vez. Digo ante el resto del mundo, porque internamente Cataluña tiene para sí casi todo el poder público posible.
Según la primera suposición no formamos un mismo pueblo, según la segunda estamos impedidos a tener la solidaridad mínima que han de tener los miembros de un mismo país, porque esta solidaridad perjudica a Cataluña. Resulta curioso que según los independentistas los catalanes sean incompatibles con el resto de españoles, pero sean compatibles entre sí, siendo como es la mayoría de la población catalana originaria de poblaciones españolas y viviendo gran parte de los catalanes de su relación con el resto de España en una medida u otra. Mas bien los nacionalistas han presumido, y con toda la razón, de que en Cataluña no hay problemas de integración ni los ha habido con los españoles de más allá del Ebro que habitan Cataluña, pero sin embargo debe haber problemas terribles de convivencia con el resto. No se atreven a decirlo porque saben que es mentira, pero es la única razón que podrían dar si fuera verdad.

Sin entrar en pormenores históricos y políticos que no vienen al caso no hay mayor irracionalidad que justificar la separación con el argumento de que así nos llevaremos mejor entre los españoles y los catalanes. Nadie puede dudar que por muy buenos, abiertos y comprensivos que sean el resto de los españoles, su disposición hacia Cataluña nunca sería la misma, si se convierte en un país extranjero, habiendo convivido mejor o peor al menos cinco siglos. Como igualmente es absurdo esperar que los miembros de una familia se lleven mejor con el familiar que decide romper los lazos con el resto de la familia, no para hacer su vida, que ya la hace, sino para hacer su vida en contra y sin relación con el resto de la familia. Vamos que ni verse en Navidad.

¿Es racional que se sacrifiquen varias generaciones hasta rehacer un sistema de afectos y de complicidades, una vinculación moral, humana en suma, que no llegaría a ser mejor que la indiferencia que hay entre España y Portugal por ejemplo, tan vecinos y tan lejanos? ¿Es racional hacerlo para que la cultura catalana y el bienestar de sus ciudadanos lleguen a tener a lo sumo el mismo repertorio de oportunidades del que gozan formando parte de España? ¿es racional pensar que Cataluña ganaría en el mundo lo que perdería en relación con España? ¿acaso la pertenencia a España impide a Cataluña ganar en el mundo lo que ganaría separada de España?

Decía que si Cataluña valora el afecto del resto de España no puede romper con ella y pretender seguir siendo tan amigos y hermanos, por muy buena que sea la disposición particular de todos los ciudadanos. Y esa relación humana afecta y mucho a todas las cuestiones de la vida, empezando por la economía.

Siendo así dudosa la racionalidad del proyecto, quizás no lo sea tanto la que tiene que ver con el logro del proyecto, que no es lo mismo aunque se confunde. Algunos pueden pensar que la independencia sería racional si se alcanza o que eso probaría su racionalidad. Pero lo único que demostraría es que las fuerzas independentistas han sabido usar de su capacidad racional para llevar a los suyos por la irracionalidad. ¿O alguien cree que los separatistas en el punto que han llegado, están abiertos a razones sin volverse “traidores” a su causa? Por lo visto en este caso lo creen quienes se toman el asunto con espíritu deportivo.


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