domingo, 14 de febrero de 2016

RAJOY Y SUS BASES


Nicolás Herrero Terreros anticipó unas horas antes del encuentro Sanchez/ Rajoy que ese acto iba a significar el entierro de lo que el entendía el consenso que había regido desde la transición. Es discutible que el consenso fuera tal, pero supuesto este, inopinadamente fue Rajoy quien, al negar el saludo, tan estirado y estupefacto como cuando Alec Guiness en el papel de Carlos I disolvía el Parlamento inglés o luego de camino al cadalso, certificó la defunción que en el fondo ha buscado su oponente. Sin duda que no era esa su pretensión, pero su afán no es ganarse la opinión pública, sino afectar su propia reivindicación.
Va a quedar como el villano, cuando sólo pretendía devolver la ofensa y mostrar a los suyos su voluntad inquebrantable. Parece buscar el gol de Michel contra Corea para poder decirle a todos  "me lo merezco, me lo merezco". Está tan convencido de que además de tener derecho a formar gobierno, cosa obvia, es el único con tal derecho, que, sino le dejan formar gobierno, la democracia quedaría vulnerada. Igual entonces forma un gobierno en el exilio.
Puede suceder tal vulneración, pero no por el hecho en sí, que tanto teme Rajoy, perfectamente democrático, sino por las consecuencias que traería un gobierno prochavista.
Pero por encima de la enésima comprobación de la mediocridad de nuestros líderes democráticos, este jolgorio ha destapado un personaje hasta ahora apenas insinuado: las bases y la militancia de los dos grandes partidos. Ambos han sido tradicionalmente convidados de piedra, pero ahora arrastran el carro, unos en una dirección y otros en otra, unos con un estilo y otros con otro.
Las bases socialistas arrastando a Sanchez, cosa que este agradece bien a gusto, en dirección a Podemos y a la Gran Izquierda y el gran desastre; las bases peperas sosteniendo a su líder, así deben verlo, contra viento, corrupción, incompetencia y marea aun en la derrota final, como el pueblo Japones a su Dios emperador en la rendición.
Sólo que Rajoy no se rinde y envuelto en las bases saca a relucir el orgullo de partido. Sino ha sido capaz de liderar España ahora puede alardear de que a cambio es capaz de liderar a los suyos hasta donde no está escrito.
Y dado el estado crítico en que se hallan, no se puede decir que las bases peperas estén pasivas sino que están frenéticamente activas, pues mucha actividad es sostener lo que se desmorona íntegramente, igual que el Ayuntamiento carmenita podemita dice que trata de sostener el edificio España, fachada incluida, pase lo que pase.
¿Qué tendrá el Espíritu de Partido que reluce con esta emergencia?
El fenómeno merece un estudio pausado y delicado, para mejor ocasión, por tanto, pero ya anuncia que no va a ser precisamente la clarividencia lo que va a dirigir a la sociedad española en estos tiempos. Cuando las clases las dan los alumnos, por ausencia y dejadez del profesor, acaba dando la clase el alumno más audaz y atrabiliario.

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