Nicolás Herrero Terreros
anticipó unas horas antes del encuentro Sanchez/ Rajoy que ese acto
iba a significar el entierro de lo que el entendía el consenso que
había regido desde la transición. Es discutible que el consenso
fuera tal, pero supuesto este, inopinadamente fue Rajoy quien, al
negar el saludo, tan estirado y estupefacto como cuando Alec Guiness
en el papel de Carlos I disolvía el Parlamento inglés o luego de
camino al cadalso, certificó la defunción que en el fondo ha
buscado su oponente. Sin duda que no era esa su pretensión, pero su
afán no es ganarse la opinión pública, sino afectar su propia
reivindicación.
Va a quedar como el
villano, cuando sólo pretendía devolver la ofensa y mostrar a los
suyos su voluntad inquebrantable. Parece buscar el gol de Michel contra Corea para poder decirle a todos "me lo merezco, me lo merezco". Está tan convencido de que
además de tener derecho a formar gobierno, cosa obvia, es el único
con tal derecho, que, sino le dejan formar gobierno, la democracia
quedaría vulnerada. Igual entonces forma un gobierno en el exilio.
Puede suceder tal
vulneración, pero no por el hecho en sí, que tanto teme Rajoy,
perfectamente democrático, sino por las consecuencias que traería
un gobierno prochavista.
Pero por encima de la
enésima comprobación de la mediocridad de nuestros líderes
democráticos, este jolgorio ha destapado un personaje hasta ahora
apenas insinuado: las bases y la militancia de los dos grandes
partidos. Ambos han sido tradicionalmente convidados de piedra, pero
ahora arrastran el carro, unos en una dirección y otros en otra,
unos con un estilo y otros con otro.
Las bases socialistas
arrastando a Sanchez, cosa que este agradece bien a gusto, en
dirección a Podemos y a la Gran Izquierda y el gran desastre; las
bases peperas sosteniendo a su líder, así deben verlo, contra
viento, corrupción, incompetencia y marea aun en la derrota final,
como el pueblo Japones a su Dios emperador en la rendición.
Sólo que Rajoy no se
rinde y envuelto en las bases saca a relucir el orgullo de partido.
Sino ha sido capaz de liderar España ahora puede alardear de que a
cambio es capaz de liderar a los suyos hasta donde no está escrito.
Y dado el estado crítico
en que se hallan, no se puede decir que las bases peperas estén
pasivas sino que están frenéticamente activas, pues mucha actividad
es sostener lo que se desmorona íntegramente, igual que el
Ayuntamiento carmenita podemita dice que trata de sostener el
edificio España, fachada incluida, pase lo que pase.
¿Qué tendrá el
Espíritu de Partido que reluce con esta emergencia?
El fenómeno merece un
estudio pausado y delicado, para mejor ocasión, por tanto, pero ya
anuncia que no va a ser precisamente la clarividencia lo que va a
dirigir a la sociedad española en estos tiempos. Cuando las clases
las dan los alumnos, por ausencia y dejadez del profesor, acaba dando la clase el alumno más audaz y
atrabiliario.
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