domingo, 13 de diciembre de 2015

PATRIOTISMO NEGACIONISTA.


Cualquiera se expone a ser tildado de incitación al españolismo y de cavernícola extremo, si advierte de la anomalía que supone el miedo a usar normalmente la palabra España y no digamos a defender su unidad o su simple y legítima existencia. Y la anomalía no es sólo por el asunto en sí, sino por lo que revela del desequilibrio que aqueja al la opinión pública y al orden político en España.
Pablemos no puede presumir de originalidad al repugnarle tal expresión, pero tampoco de inmensa valentía. Su enemigo “españolista” es una ilusión conveniente de una realidad en proceso de extinción. Ni la derecha tradicional se atreve a entrar en este fregado, mientras que en general entre los progresistas patriotas e incluso los liberales y conservadores predomina el recurso al eufemismo, como el “patriotismo constitucional”, la Constitución o el Estado..etc para sortear esta incomodidad. Sólo el C,s, al aparecer de una forma bastante inocente, en las circunstancias conocidas, sin nutrirse del discurso que se impuso tras la transición, parece librarse de ese fórceps y poder hablar con naturalidad de España, sin ser acusado de facha.
Pero la aportación novedosa de Pablemos es, como en tantas otras cosas, su sinceridad. El podemita dice abiertamente lo que sus mayores sienten o barruntan que sienten, pero no se atreven a confesar.(Aunque, dicho en honor de ZP, este ya lo dejaba caer). Es tremendamente diáfano por mucho que no se quiera ver. Puede así decir la verdad y disimular a conveniencia o dejándose llevar por la sinceridad, a sabiendas que no se le va a pasar cuenta. En el caso de la intervención en que manifestaba su incapacidad de pronunciar la palabra “España”, se notaba que no sólo rechazaba esa expresión, sino que le repugnaba de una forma como animal. Lo cual no es óbice para manifestarse cuando quiere como un “patriota” (¿de qué) o con "sentido de Estado" (¿de cual?).
Por eso preguntarse por lo que piensa sobre la naturaleza de la realidad en la que instala su discurso y machaca con sus consignas es bastante inútil. Seguramente ni se lo ha preguntado, ni le importa. Así compartiremos su ignorancia sobre si su repugnancia tiene por objeto a esta España, a España como tal o al hecho de que no existiendo España se hace pasar por existente. Tampoco, para pasar de la metafísica a la política, si cree que de haber República existiría España o al menos no sería repulsiva, o si de cualquier forma “esto” es una “cárcel de pueblos” o una nación que oprime a otras vecinas, o que sólo existiendo las naciones de Cataluña, el País Vasco y Galicia, el resto es Castilla o cualquier cosa, sin saberse si es nación o qué. O que, vaya Vd. a saber, España, es sólo un invento de los ricos y los curas.
Tal déficit tampoco es muy relevante en sí mismo, salvo por expresar un estado de opinión colectivo acostumbrado a moverse entre la esquizofrenia y la frivolidad en un asunto tan elemental y vital a la vez. Lo verdaderamente peculiar que debería ser objeto de especial investigación y estudio por lo politólogos, historiadores, sociólogos y hasta psicólogos, es la inmensa desafección colectiva que cunde en “este país” a la idea de España y a la idea de nación. Lo que también significa la desafección que siente una parte de la ciudadanía a ser ciudadanos, pues no se puede ser ciudadanos en el cielo, de momento.
Que yo sepa es un fenómeno único en el mundo y me atrevería a decir en la historia. Porque el sentimiento patriótico en cada país tiene sus altos y bajos, también reacciones contra su manipulación, tan constante desde el poder o desde grupos totalitarios y nacionalchovinistas, o incluso el rechazo del mismo en nombre por ejemplo del internacionalismo...etc, pero no se da el caso simplemente de dar la espalda a la propia realidad, como si a un médico le repugnase el término medicina, o un moralista negase la necesidad de decir la verdad y el uso del mismo término verdad.
Seguramente el asunto pasa inadvertido en la esfera de la teoría y de las comunidades de estudiosos porque debe parecer inconcebible, como la cuadratura del círculo o la piedra filosofal. Tampoco tiene sentido tratar aquí tamaño misterio, pero dudo que remita a factores circunstanciales, ni siquiera a evidencias como la reacción a la manipulación que hizo la dictadura franquista, la decadencia de los Estados nacionales o la idea de Estado Nación en la época de la globalización, la progresiva fe en Europa, la heterogeneidad característica de España y lo español..etc
Tiene que haber algo muy profundo ligado a nuestra historia y las peculiaridades de nuestra cultura . Sea por lo que sea uno sospecha que este misterio merece ser estudiado, pero sólo por quienes quieran satisfacer una necesidad intelectual o la simple curiosidad, amén por lo que pueda ilustrar sobre el rumbo de la historia presente y la naturaleza humana.
Porque quizás no tenga mucho sentido hacerlo con el propósito práctico de ayudar a corregir o sanar el fenómeno. En esto uno se malicia que poco se puede hacer, salvo aprovechar algún milagro si sucede o seguir como si no pasara nada, que también se puede ir tirando.

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