jueves, 10 de diciembre de 2015

LA HISTORIA Y LAS ELECCIONES


¿Hay que responsabilizar a los contrincantes del Coletas que no lo pusiesen en su sitio cuando destripó la historia reciente de España y Andalucía? Seamos comprensivos, ¿no son sus oponentes dialécticos en el fondo víctimas? En cualquier país con un mínimo de fuste y cultura política, el susodicho hubiera quedado fulminado. 
Pero aquí carecemos de tradición democrática cuajada, de relato integrador común del que sentirnos orgullosos. La historia común, incluso la más reciente y de la que nos nutrimos hoy día, sólo importa a quienes quieren contraprogramarla y difamarla, los P.I., ZP, separatistas...etc Tienen bien claro que es la mejor manera de cortar a la democracia la hierba bajo los pies, como se comprobado sobradamente con el Procés, pero también con los réditos que ha reportado el terrorismo a los separatistas en el País Vasco.
¿Qué mayor evidencia es  tan chusco episodio de que a los políticos neófitos demócratas nuestra historia no les dice nada? Ante un exabrupto, como el que protagonizó el Coletas sin ninguna vergüenza, se reacciona automática y por instinto, con poco claro que se tenga tamaña barbaridad, aunque el tema no esté en el guión. Pero como sus mayores llevan decenas de años de perfil sobre lo que somos y de donde venimos, y sobre si somos algo o alguien y algunos, pues a lo mucho a alguno se le habrá ocurrido pensar “¿de qué habla éste?”. Y con suerte algún ilustrado del público caería en la cuenta, al oír al digno y enterado presentador.
Enfrente, PI que, a falta de cultura y de historia, le sobra intuición para “deconstruir”, ha oído campanas de Andalucía y saca punta, sin importarle si su cuento es verdad o patraña. Y además se lo cree, porque así si es si así interesa, y que lo que no mata engorda. Cuenta con que puede ser todo lo osado que quiera, que los demás no tienen más idea y además para nada les interesa meterse en berenjenales tan raros y ajenos a “los problemas de la gente”.
El sentido de nuestro pasado reciente e inmediato no cabe en los protocolos ni en los guiones electorales, se trae mamado. Si no es así los aspirantes más sanos se quedan en simples loritos, para quienes la campaña se divide entre lo serio y lo divertido. Lo serio es soltar pildoritas ante cualquier problema como en urgencias, o como quien se presenta a las oposiciones que ha de estar a la altura de lo que el tribunal quiere oír. Lo divertido es telesubir en globo y demás lindezas que tanto “humanizan”.Y mientras sin tradición común a la que agarrarse, sin hierba bajo los pies. Que, como aproximadamente decía el poeta, nada vale ni existe sino lo cantan los poetas.

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