viernes, 4 de diciembre de 2015

DE NIÑOS Y ADULTOS EN CAMPAÑA


Es verosímil que los altos estados electorales tengan que dilucidar como paso previo al plan de campaña si hay que tratar a las gentes del pueblo como adultos políticamente o como niños.
Se parte de que la tradición instaurada por el bipartito ha convertido al público en un niño al que se ha hecho creer que es un adulto. Pero la emergencia de los emergentes hizo temer que hubiera que hablar de política en serio, afrontando los asuntos calientes en su gravedad debida, ante el hecho inevitable de que el niño se ponga en plan de adulto. Lo que obligaría a pensar en algo, en algo distinto al menos de los tópicos y las gracietas.
A ello se añade que la gravedad de la rebelión nacionalista catalana, la yihad y la defensa nacional el capitalamigismo que ha estallado con Abengoa, el totalitarismo bananero..., además de los asuntos sempiternos como la corrupción, la justicia, la educación ….tendrían que pesar por sí mismos en la conciencia del pueblo, sin que nadie tuviera que apremiarlo. Al contrario, abonaría que los políticos se sintieran apremiados por el pueblo.
Pero esto no sucede o sucede en muy escasa medida. En estas los primeros escarceos electorales han traído la sorpresa, relativa al menos, de lo que disfruta el pueblo siendo tratado infantilmente en el sofá ante la tele. La misma Carmena encuentra su gusto y tal vez vocación particular en tratar a los madrileños como parvulitos y por lo que se dice recibe a cambio mucho agradecimiento y comprensión. Y no digamos lo bien sintonizado que anda don Pablo, ya experto en cantar nanas a los de la tercera edad.
No pocos asesores y aspirantes deben mosquearse, sino será que en realidad el público se comporta como un sádico que disfruta poniendo a los políticos en ridículo, so pretexto de conocer su lado humano. Pero aunque así fuera todo indica que lo más prudente es pasar por el trago a la espera de que el público se enternezca. Y además los protagonistas se lo pasan guay.
Se dirá que cada partido tiene su estilo y su discurso, que unos tratan al público como un niño y otros como adulto. Pero en esto lo que cuenta, como en todo lo referente a la sociedad de masas, es el término medio, el ambiente y el tono general, la mercadotecnia en suma. De descuidarlo se corre el peligro mortal de salirse por la tangente en plena campaña. Así lo que no se puede obviar es que un público acostumbrado a que todo tiene que ir bien, sin sacrificios, ni molestias;que si algo va mal es culpa de “los políticos” y no de las políticas que estos siguen; que en suma los asuntos de gobierno y del bienestar común es cosa de “los políticos” y no de política, no puede afrontar nada en su gravedad de golpe y porrazo.
Por eso lo más probable es que todo transcurra en el escenario de las sensaciones y de las fantasías, no en el de las ideas y argumentos. Que los políticos como los publicistas han de crear sensaciones y que así la gente lo agradece. Y mejor no tener ideas, es decir una percepción de la realidad en su crudeza, o en lo que esta tenga de crudo, no sea que se comuniquen y se fastidie la campaña. En este sentido Rajoy podrá presumir de que, si sale derrotado, lo hará con las botas puestas, las botas del pasotismo en su versión conservadora, que aquí no pasa nada y que nadie se va a tener que molestar para nada. Porque el que venga detrás si viene alguno no tendrá otras botas que calzar.

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