“Conscientes en su fuero interno de que el resultado del 27-S no legitima su hoja de ruta, Sánchez (presidente dde expuso sin inmutarse que los partidos independentistas deben seguir actuando como si la independencia fuera cuestión de horas, como si estuvieran plenamente legitimados para culminar el proceso. “A partir de ahora lo que tenemos que hacer es hacer actos de soberanía, dar a entender que la cosa va en serio para forzar la situación”. Cuando le preguntaron qué entendía él por “forzar la situación”, contestó que de lo que se trataba era de obligar al Estado a reaccionar. Reconoció que al independentismo le iría de perlas que el Gobierno aplicase el artículo 155 de la Constitución, pero admitió que no lo veía probable porque entonces “el Estado estaría perdido” ante la comunidad internacional.
El objetivo secesionista es forzar la
mediación internacional para resolver ‘el contencioso’(J.
Sanchez presidente de ANC, según Ignacio Martín, Provocación y
deslealtad, El País 4-Nov- 2015)
Según se desprende de los planes de
los golpistas el Estado, mueva la pieza que mueva en esta partida de
Ajedrez, está fatalmente perdido. Dicen que esperan el 155 para
movilizar las masas y ante el estado de caos que las autoridades de
la comunidad internacional obligue al Estado a permitir un
referéndum.
Así también parece que lo comparte en
el fondo el Gobierno de la nación, para el que de boca de su
ministro del Interior “el desfile de la GC por la diagonal”sería
sería un acto de provocación que todos los separatistas esperan, y
por tanto inconveniente e improcedente en cualquiera ocasión. Como
la medida destinada a evitar el daño está destinado a provocarlos
inevitablemente, mientras que de no aplicarse el daño ha de
producirse de forma no menos inevitable, no queda más que entrar en
la rueda de recurso-pronunciamientos judiciales- desobediencia etc Se
podría llegar incluso a aplicar el 155 a sabiendas de que seguirá
la desobediencia y luego se recurrirá la desobediencia, acompañado
todo eso sí de un buen akelarre de masas. Si este escenario se
sustentase en la realidad y fuese protocolario para cualquier
gobierno que venga no queda más remedio que prepararnos para un
escenario que técnicamente se puede considerar de DOBLE PODER,
posiblemente duradero y de resolución incierta: se proclamará la
independencia y se pondrán en marcha las estructuras de Estado y las
fórmulas pertinentes de “desconexión”; por su parte el Estado
recurrirá, desconocerá la independencia y la legalidad de las
medidas de la Generalitat y solicitará la Comunidad Internacional
que no reconozca una medida unilateral e ilegal. Ambos además
reclamarán la obediencia debida a los ciudadanos catalanes. Como
estos en casi todo obedecen a la Generalitat, pero como las llaves de
los depósitos financieros todavía las tiene el Estado, se supone
que la batalla se centrará en el esfuerzo de la Generalitat por
arrebatar esas llaves o hacerse con vías alternativas para controlar
las haciendas, pensiones..etc Puede darse incluso el colmo de que el
Estado surta de recursos para atender los servicios y prestaciones
sociales y que la Generalitat los gestione para reforzar sus
estructuras de Estado. Habrá que hartarse entonces de mucha
paciencia por que por una parte no es previsible que, por simple
vergüenza histórica, ningún gobierno español reconozca así la
independencia. Pero por otra tampoco lo es que la sociedad catalana
reaccione y se revuelva contra esta tara; que la comunidad
internacional, autoridades europeas, admita enseguida las
reclamaciones independentistas y que la sociedad española reclame
una intervención expeditiva, por muy legal que fuera. Tendríamos a
unos a la espera de que el Estado y la sociedad española se hagan a
la idea y que la opinión pública mundial y la comunidad
internacional tome cartas en el asunto; otros esperando que el Procés
se desangre y la gente camelada por el independentismo se canse de
tomar la incomodidad y la miseria como un acto de heroísmo y de
sacrificio patriótico. Esto puede ser en cualquier caso un
desagradable cuento de Navidad a la espera de que los planes de unos
y los acongojos de los otros se materialicen, pero no me digan que a
los políglotos no se les haría las boca agua ante fenómeno
político tan inédito. Y no digamos a los tertulianos y medios, lo
que tendría para hablar.
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