jueves, 5 de noviembre de 2015

ESTAMOS PERDIDOS


“Conscientes en su fuero interno de que el resultado del 27-S no legitima su hoja de ruta, Sánchez (presidente dde expuso sin inmutarse que los partidos independentistas deben seguir actuando como si la independencia fuera cuestión de horas, como si estuvieran plenamente legitimados para culminar el proceso. “A partir de ahora lo que tenemos que hacer es hacer actos de soberanía, dar a entender que la cosa va en serio para forzar la situación”. Cuando le preguntaron qué entendía él por “forzar la situación”, contestó que de lo que se trataba era de obligar al Estado a reaccionar. Reconoció que al independentismo le iría de perlas que el Gobierno aplicase el artículo 155 de la Constitución, pero admitió que no lo veía probable porque entonces “el Estado estaría perdido” ante la comunidad internacional.
El objetivo secesionista es forzar la mediación internacional para resolver ‘el contencioso’(J. Sanchez presidente de ANC, según Ignacio Martín, Provocación y deslealtad, El País 4-Nov- 2015)

Según se desprende de los planes de los golpistas el Estado, mueva la pieza que mueva en esta partida de Ajedrez, está fatalmente perdido. Dicen que esperan el 155 para movilizar las masas y ante el estado de caos que las autoridades de la comunidad internacional obligue al Estado a permitir un referéndum.
Así también parece que lo comparte en el fondo el Gobierno de la nación, para el que de boca de su ministro del Interior “el desfile de la GC por la diagonal”sería sería un acto de provocación que todos los separatistas esperan, y por tanto inconveniente e improcedente en cualquiera ocasión. Como la medida destinada a evitar el daño está destinado a provocarlos inevitablemente, mientras que de no aplicarse el daño ha de producirse de forma no menos inevitable, no queda más que entrar en la rueda de recurso-pronunciamientos judiciales- desobediencia etc Se podría llegar incluso a aplicar el 155 a sabiendas de que seguirá la desobediencia y luego se recurrirá la desobediencia, acompañado todo eso sí de un buen akelarre de masas. Si este escenario se sustentase en la realidad y fuese protocolario para cualquier gobierno que venga no queda más remedio que prepararnos para un escenario que técnicamente se puede considerar de DOBLE PODER, posiblemente duradero y de resolución incierta: se proclamará la independencia y se pondrán en marcha las estructuras de Estado y las fórmulas pertinentes de “desconexión”; por su parte el Estado recurrirá, desconocerá la independencia y la legalidad de las medidas de la Generalitat y solicitará la Comunidad Internacional que no reconozca una medida unilateral e ilegal. Ambos además reclamarán la obediencia debida a los ciudadanos catalanes. Como estos en casi todo obedecen a la Generalitat, pero como las llaves de los depósitos financieros todavía las tiene el Estado, se supone que la batalla se centrará en el esfuerzo de la Generalitat por arrebatar esas llaves o hacerse con vías alternativas para controlar las haciendas, pensiones..etc Puede darse incluso el colmo de que el Estado surta de recursos para atender los servicios y prestaciones sociales y que la Generalitat los gestione para reforzar sus estructuras de Estado. Habrá que hartarse entonces de mucha paciencia por que por una parte no es previsible que, por simple vergüenza histórica, ningún gobierno español reconozca así la independencia. Pero por otra tampoco lo es que la sociedad catalana reaccione y se revuelva contra esta tara; que la comunidad internacional, autoridades europeas, admita enseguida las reclamaciones independentistas y que la sociedad española reclame una intervención expeditiva, por muy legal que fuera. Tendríamos a unos a la espera de que el Estado y la sociedad española se hagan a la idea y que la opinión pública mundial y la comunidad internacional tome cartas en el asunto; otros esperando que el Procés se desangre y la gente camelada por el independentismo se canse de tomar la incomodidad y la miseria como un acto de heroísmo y de sacrificio patriótico. Esto puede ser en cualquier caso un desagradable cuento de Navidad a la espera de que los planes de unos y los acongojos de los otros se materialicen, pero no me digan que a los políglotos no se les haría las boca agua ante fenómeno político tan inédito. Y no digamos a los tertulianos y medios, lo que tendría para hablar.

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