Ante la monstruosidad de
París y las incertidumbres y horrores en los que estamos es
inevitable el debate sobre la relación entre la doctrina islámica y
el extremismo fanático terrorista islamista. Creo que al respecto habría que tener en
cuenta algunas consideraciones elementales. Pero sin entrar en
harina, para lo que no estoy nada preparado.
1º.-La religión
islámica es una identidad colectiva, como lo fue la cristiandad
hasta el siglo XVII, identidad que sus seguidores tienen por
innegociable y que constituye además la identidad
predominante en todas las sociedades musulmanas. De esta forma la
posible evolución a la democracia o hacia el enfrentamiento con la
misma se hará colectivamente y con la tendencia a englobar al
conjunto del mundo islámico. Aunque naturalmente esto puede tener
muchas excepciones y diferencias.
2º.- Desde un punto de
vista doctrinal esta religión carece de los suficientes impulsos
internos para evolucionar por sí misma hacia la democracia o la
secularización. Que así haya sido hasta hoy no es por casualidad o
por la existencia de circunstancias desafortunadas.
Sin embargo contiene
suficientes elementos internos para adaptarse a la democracia y a la
secularización, aunque sin que eso evite zonas de conflicto y hasta
de resistencia, especialmente ante el problema de la mujer. Hay
experiencias y realidades históricas que lo avalan.
Conjeturo que esto es
posible pese a que la mentalidad y filosofía muslin es en gran
medida refractaria con el valor de la libertad individual, que está
en el fundamento de las democracias y de los Estados de derecho.
Pero por contra, sigue la
conjetura, su humanitarismo, al menos potencial, facilita su
acercamiento a la doctrina de los derechos humanos. El tema es
vidrioso porque es la madre del cordero, sobre todo lo que se refiere
a la mujer.
3.- También desde un
punto de vista doctrinal la religión islámica admite varias
interpretaciones, en favor de la moderación o la radicalidad e
incluso el extremismo más cruel.
Desde la guerra de los
seis días sólo ha cuajado la interpretación radical, en parte por
razones históricas obvias y en parte en favor de la corriente a la
que impulsa la lectura directa del Corán si se hace caso omiso de su
espíritu humanitario.
Por su parte la
interpretación moderada, que podría avalar la adaptación a la
democracia y la asunción sincera de la doctrina de los derechos
humanos, no ha alcanzado la expresión intelectual suficiente, aunque
existan intentos valiosos. Y en relación con ello tampoco ha
generado ideologías colectivas moderadas y abiertas, mínimamente
consistentes y aceptadas.
Esto puede guardar
relación con hechos tan dispares como la exclusión de la revisión
crítica, la dificultad intrínseca de las sociedades islámica para
que se creen élites independientes y el devenir histórico que ha
convertido la frustración ante Occidente en hostilidad abierta.
El tema es inagotable.
4º.-En consecuencia las
únicas ideologías activas y atractivas son las radicales, mientras
que la inmensa mayoría busca la adaptación o simplemente se adapta,
al mundo occidental, pero sin convicción y con zozobra. Es así que
invade a las colectividades islámicas, salvando todo lo que haya que
salvar las distancias, una atmósfera mental semejante a la que
conocemos en el País Vasco o Cataluña. Los moderados oscilan entre
la pasividad, la aceptación y la simpatía hacia los radicales, en
tanto que sólo adquiere expresión pública independiente el
radicalismo y sólo resulta admisible la opinión que lo avale.
5º.- Siendo realistas en
suma: cabe tener esperanzas de que se vaya asumiendo el valor de la
libertad individual si previamente hay adaptación sincera, no
instrumental, a la vida en libertad y a los derechos humanos. De la
misma forma que cabe temer que siga predominando la interpretación
radical si las colectividades islámicas no generan sus propios
anticuerpos y son capaces de aceptar que la adaptación a la libertad
es valiosa en sí misma.
Como es fácil comprender
alcanzo como mucho a plantear dudas, ninguna respuesta.
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