jueves, 24 de septiembre de 2015

COMPRENDIENDO A RAJOY


Uno de los misterios de todo lo que pasa es la pasividad inveterada del Sr. Rajoy. Se supone que en en una democracia normal, con confianza en sí misma, el golpe de Estado obsceno que está llevando a cabo la Generalitat catalana ya habría sido abortado con la ley en la mano. No sólo hay pruebas de sobra, sino que los autores alardean de estar llevándolo a cabo en nombre de la democracia, que para ellos es hacer lo que les da la santa gana. ¡Incluso dan carta de naturaleza oficial a un organismo encargado de planificarlo institucionalmente¡ Pero como es de suponer que el Sr. Rajoy no obra por motivos irracionales atribuibles a su carácter, aunque esto pudiera influir en la forma de actuar, hay que hacer un esfuerzo por comprender las razones políticas que lo llevan a actuar a su manera. Aparentemente son dos. La primera es la creencia de que todo es un souflé y que ya se bajará por sí solo; tratar de pincharlo lo inflaría más. La segunda, sin duda la más importante, el temor a la reacción de la izquierda y al rechazo mayoritario en la opinión publicada y en la opinión pública. Seguramente es una conjunción de los dos. Pero lo primero revela la incompetencia y la ceguera interesada en la que ha vivido la derecha y la clase política española desde la transición. Lo grave es que en este caso el interés en no ver ha cristalizado en ceguera irremediable. Y lo segundo revela el absurdo en el que se ha instalado la vida pública española y que amenaza arrastrar a la democracia en su totalidad. La verdad es que hay que reconocer que esto último pesa y mucho más ahora, máxime si en Cataluña hubiera una rebelión social abierta, que puede suceder o no. La degradación mental es tal que una gran parte de ciudadanos catalanes que no comulgan con la independencia verían en la protección del Estado una intromisión incalificable.Cierto que Aznar ilegalizó a H.B. y no pasó nada. Pero un PSOE blanco de ETA no se podía oponer en su sano juicio y el PNV siempre ha tenido en cuenta lo que significaría ser súbditos del filoterrorismo, por mucho que sea el sentimiento de gentes como Eguibar o Arzallus. Lo cierto es que en el caso catalán Don Mariano y el PP se la jugaban de todas a todas de proceder coherentemente. Demasiada responsabilidad y temor cuando el Procés todavía no ha concluído.
Se atribuye además a Rajoy otro motivo, como si fuera nuestro presidente tan maquiavélico, que puede ocultar las más perversas intenciones haciéndose el pánfilo. Así comportándose como un Barufakis de orden estaría dispuesto a llegar al abismo para emerger como salvador de España. Pero si así fuera me atrevo a pronosticar su segura defunción política. De proclamarse la independencia ¿podría eximirse el Sr. Rajoy de la responsabilidad por su pasividad? Sólo si las cosas vinieran de tal manera que se viera en el brete de aplicar la Constitución y lo hiciera, podía proponerse como “salvador”. Pero aun así ¿no tendría de responder de haber permitido que se llegara a estas? Máxime cuando seguro que las altas cancillerías del orden mundial no comprenderían nada y le pedirían cuentas del desaguisado en que nos hemos metido. “¿Por qué ha permitido que se conculque la ley tan descaradamente, llegando a esta situación?”. Lo peor no es tanto su pasividad, sino no haber hecho ningún intento de salir de ella, situando también a la izquierda ante su responsabilidad. Pues nada pasa hasta que lo que tiene que llegar llega.

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