miércoles, 20 de mayo de 2015

CHAMPAÑITAS 1. AZNAR EN CAMPAÑA


Aznar ha irrumpido en campaña como el padre que trata de salvar al hijo que se ahoga o apartarlo de los malas compañías. Aun en detrimento de la imagen de hombre de Estado que tanto cuida, y que, dicho sea de paso, se merece mucho menos de lo que cree, desdeña la panorámica de la confrontación electoral y sólo le obsesiona sacudir el orgullo primario de los suyos, tan dormido y escarmentado, en la cabeza ajena de Rivera. Que pase lo que sea por ahí fuera, pero nosotros nos hemos de salvar a toda costa. Tal vez tenga razón y la salvación del PP sea un asunto de Estado como en otro tiempo lo fue el hundimiento de la UCD. Por encima de tácticas y cálculos, parece que le mueve el instinto político primario, el estremecimiento capilar de que algo serio está en peligro. Máxime cuando debe presumir que la amenaza no proviene fundamentalmente de las dotes carismáticas mediáticas de ese Rivera que tanto le horroriza, sino de que las vigas de edificio están carcomidas por las termitas. Añádase la preocupación de que el arquitecto encargado no tiene muchos remedios, y, lo que es peor, se toma el mal trago con limonada. Seguramente debe ver subliminalmente a través de los retratos de Don Mariano a Don Landelino Lavilla, como se ve a la madre cadáver a través de Norman Bates en la última imagen de Psicosis. Aunque Rajoy se esfuerza en cumplir sus deberes de campaña y en hacer “política de comunicación” no es lo mismo. El actual y el ex deben amar a su hijo, tal vez por igual pero de diferente manera. Rajoy acude a los suyos como el padre que visita a su hijo a la hora de acostarse para darle las buenas noches, en Aznar bulle ese Padre Padrone que no está dispuesto a permitir ningún extravío. Tal vez haya algo de estrategia en las mentes pensantes aznaritas y de FAES al tratar de aplastar el huevo de Rivera en el nido. Hay alguna posibilidad porque Rivera se ha expuesto demasiado, quizás por necesidad, quizás por entusiasmo, y todo está en ciernes. Seguramente lo que más temen de Rivera es que no tiene un techo definido previsible, de la misma forma que tienen sus razones para alimentar la esperanza de que sólo sea flor de unas elecciones, si la mayonesa de su partido no adquiere rápidamente consistencia, peligro éste, dicho sea de paso, que habría quedado minimizado si hubiera ido de la mano con UpyD. Pero es una equivocación pensar que, a estas alturas, las perdidas de Cs significarían automáticamente ganancias del PP. Sólo quedaría un PP minimizado a expensas del tropel de las izquierdas, lo que daría un brío renovado a Podemos. En este sentido la aventura cabelleresca de don Jose María tiene una cierta analogía con los sueños de Monedero. Ambos desean lo esencial, un PP esencial, un Podemos esencial. Son posibilidades que irán galoneando la ruta que lleva a las catalanas y a las generales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario