A la hora de enhebrar su discurso PI o Tania Sanchez cuentan con la ventaja psicológica de que
no creen en la democracia, sino en la “Historia”, como una
especie de “Divinidad” hecha tiempo, de la que se tienen por
sumos sacerdotes. Así igual que todo vale en cuanto a la acción,
todo es aprovechable para soltar un mitin encapsulado, que de eso se
trata. Ayuda dominar la técnica y ello es fácil, si no se es tonto
y se carece de escrúpulos democráticos. Tienen además la gran
ventaja de que pueden concentrar sus pasiones y sentimientos en “la
causa”. No les afecta lo que se les dice con ánimo, por ejemplo,
de ponerlos en un brete, como algo personal, ni menos aún les
inmuta, porque se tienen por servidores de una Verdad que todo lo
justifica. Así concentran su atención en lo que pueden aprovechar
para dar la vuelta y colar el mitin, igual que un Judoka, ante el
impulso del adversario. Esta “profesionalidad”, maquiavélica si
se quiere, contrasta con el apasionamiento de quienes los quieren
pillar y se dejan llevar, soltando todo lo que piensan. Como si
bastase tener razón y se tratase con alguien que está en su mismo
registro. Frente a la “demagogia científica” no valen los
discursos, las soflamas, ni la más mínima metedura de pata, ni
siquiera desliz. Hay que ser muy práctico y “profesional”. De lo
contrario se corre incluso el peligro de que los más sensibles ante
el buen estilo dirijan su simpatía hacia el virtualmente ofendido.
Una muestra.
“¿Qué ocurrió entonces para que el
habitual ambiente de cordialidad se viera alterado por la
presencia del líder de una nueva formación política al que se le
hizo un tercer grado que nunca se aplica a otros invitados? (….)
Entiendo que se quiera conocer la
verdadera naturaleza ideológica de una nueva formación, pero ¿cabe
en un medio público un tono de hostilidad tan notorio?”
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