lunes, 2 de junio de 2014

ANTE LA ABDICACIÓN


*Me temo y doy por hecho que es inevitable un referéndum. Está por ver si versará sobre la Monarquía o la República o sobre una Constitución reformada que trate de dar salida de paso al asunto catalán. Lo segundo sería lo sensato, lo primero sería muy flipante.

*La mayor aportación de Don Juan Carlos o de su mandato: que podamos ser demócratas sin pensar si somos monárquicos o republicanos.

*No se debiera cambiar un coche que funciona y da prestaciones razonablemente de acuerdo con lo que uno se puede permitir, por otro cualquiera que parezca bueno, bonito y barato. Tampoco se debería achacar los destrozos de las carreteras, el alto precio de la gasolina o los dislates de los conductores al estado del coche. Pero es fácil aburrirse, deteriorarse y estar en necesidad de nuevas sensaciones. A veces uno se cree que de ello depende su vida.

*En los países avanzados como el nuestro la monarquía y la república, de ser correctas, sólo pueden ofrecer lo mismo: democracia y estado de derecho. Cómo se ordene esa democracia en particular nada tiene que ver con un sistema u otro. Por eso las condiciones que en España hacen viable o inviable ambos sistemas son las mismas.

*Más por una mezcla desafortunada de razones históricas y circunstanciales que por razones objetivas la Monarquía se ve arrastrada por el deterioro de nuestras élites gobernantes. Nada debiera impedir que la Monarquía se recupere al compás de la regeneración de las élites gobernantes, como nada debiera impedir que de instaurarse una República esta fuera operativa y razonable. Pero esto último depende de que los motivos que muevan a instaurarla sean razonables.

*Dado el desafecto de la parte más activa e influyente de la sociedad hacia la Monarquía algunas razones avalan el recambio republicano. Teóricamente una República razonable podría resolver dos problemas básicos que han estado pendientes desde la transición: la recuperación del sentimiento patriótico por parte de la izquierda y algunas reformas básicas del sistema democrático, básicamente la cuestión territorial y el sistema electoral. Estas reformas son por otra parte perfectamente afrontables reformando la Constitución actual y lo más razonable sería hacerlo así, pero el rechazo de la izquierda al sentimiento patriótico lo hace muy difícil.

*Lo que hace fuerte a la aspiración republicana es su mayor debilidad. Los valedores de la República tienen a esta por símbolo de la utopía. Los advenedizos que ahora la apoyan ven en ella la solución a los males de la crisis y de la corrupción política, de la misma forma que los advenedizos del secesionismo creen que con ello todo será bienestar, prosperidad y justicia en Cataluña. Les sería muy difícil gestionar que la República es sólo un sistema de uso racional de las libertades, de defensa de los derechos humanos y de convivencia en la pluralidad. A no ser que se llame República a otra cosa. Igualmente ilusorio es creer que un sistema trae bajo el brazo la virtud cívica de la ciudadanía.

*En pura lógica sólo hay cuatro posibilidades:
A. Que el príncipe fracase y España también.
B. Que el príncipe tenga éxito y España también.
C. Que el príncipe fracase y España tenga éxito.
D. Que el príncipe tenga éxito y España fracase.
En los tiempos que corren es imposible que suceda la opción D, mientras que las otras tres opciones son posibles, aunque la C es la más improbable.

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