Estamos entre el secesionismo y el indiferentismo.
El proceso secesionista es abierto, manifiesto y declarado, pero sólo el 0’2 por ciento de los españoles declaran estar
preocupados. No se sabe si piensan que la independencia de Cataluña es
imposible, si no les importa o si la consideran deseable. Todo abunda en lo mismo. Hay varias razones
que pueden explicar esta actitud.
1/A pesar de protestas y malestares se cree que en el fondo el status quo
político es inalterable y deseable.
2/El hartazgo de tanto tira y afloja
con los nacionalismos y las autonomías hace pensar que todo esto es otro
teatro y una treta para conseguir más pela.
3/Se piensa que sólo existen los
problemas sociales y económicos que pueden afectar a uno en particular o en su caso los problemas
y reivindicaciones relacionados con lo que se denominaba “lucha de clases”. Estaríamos
ante una estratagema para que no se hable de “lo verdaderamente importante”, es
decir la crisis.
4/Se tiene a la idea de la nación y su unidad por una patraña de los
poderosos para defender sus privilegios. La solidaridad con los compatriotas
catalanes o los efectos de la secesión, se consume o no, sobre la vida
colectiva son asuntos inconcebibles.
5/La clase política y mediática pone toda la sordina que puede. En parte
porque piensa lo anterior, en parte porque no sabe qué hacer ni entiende lo que
pasa y quizás porque tampoco sabe lo que se debe
hacer.
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