El escenario que pinta Rouco de retorno de la
guerra civil es lo más improbable pero no descartable sin más en pura teoría.
Se asemeja a las previsiones de que un meteorito impacte en la tierra que
pueden ir del 1 por ciento al 1 por mil. Tomarse esto en serio, por muy pocas
posibilidades que existan, es horroroso e insoportable. A la muerte de Suárez
ha habido bastante acuerdo en que el
enconamiento político y social presente se aviene mal con el deseo de concordia
y reconciliación que representó tal personaje. Pero nadie se ha atrevido a dar
el salto de Rouco. No sólo estremece pensarlo. La pertenencia a Europa, el
nivel de bienestar social, el consenso en los valores democráticos, la
inmunización de las pesadillas totalitarias, las mismas consecuencias de la
guerra civil, etc son razones entre otras muchas que avalan la inmensa
distancia con los tiempos de la guerra civil. Pero debiera llamar la atención
que estas razones no se tengan suficientemente en cuenta para refrigerar la
tendencia al enconamiento que resucita el fantasma de las dos Españas. Sobre
todo cuando este enconamiento lleva a la deslegitimación sistemática del
adversario. En el desencadenamiento de la guerra civil primó el odio sobre los
motivos objetivos, pero las injusticias y el retraso social lo alimentaban.
Actualmente no hay motivos objetivos comparables para el enconamiento que padecemos y menos para
que nos sintamos siempre al borde del límite. Lo temible es que de continuar el encono y persistir restos del odio larvado entre las
dos Españas, algo tan grave y aparentemente improbable como la independencia de
Cataluña hiciese de catalizador.
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