miércoles, 2 de abril de 2014

EL ARZOBISPO TEMERARIO



El escenario que pinta Rouco de retorno de la guerra civil es lo más improbable pero no descartable sin más en pura teoría. Se asemeja a las previsiones de que un meteorito impacte en la tierra que pueden ir del 1 por ciento al 1 por mil. Tomarse esto en serio, por muy pocas posibilidades que existan, es horroroso e insoportable. A la muerte de Suárez ha habido bastante acuerdo en  que el enconamiento político y social presente se aviene mal con el deseo de concordia y reconciliación que representó tal personaje. Pero nadie se ha atrevido a dar el salto de Rouco. No sólo estremece pensarlo. La pertenencia a Europa, el nivel de bienestar social, el consenso en los valores democráticos, la inmunización de las pesadillas totalitarias, las mismas consecuencias de la guerra civil, etc son razones entre otras muchas que avalan la inmensa distancia con los tiempos de la guerra civil. Pero debiera llamar la atención que estas razones no se tengan suficientemente en cuenta para refrigerar la tendencia al enconamiento que resucita el fantasma de las dos Españas. Sobre todo cuando este enconamiento lleva a la deslegitimación sistemática del adversario. En el desencadenamiento de la guerra civil primó el odio sobre los motivos objetivos, pero las injusticias y el retraso social lo alimentaban. Actualmente no hay motivos objetivos  comparables para  el enconamiento que padecemos y menos para que nos sintamos siempre al borde del límite. Lo temible es que de  continuar el encono y  persistir restos del odio larvado entre las dos Españas, algo tan grave y aparentemente improbable como la independencia de Cataluña hiciese de catalizador.

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