lunes, 2 de septiembre de 2013

EL SOCIALISMO DESPUES DE RODIEZMO.



La no-celebración de los encuentros de Rodiezmo invita a reflexionar sobre la naturaleza del socialismo, al menos del socialismo español. ¿Es posible un socialismo, y en general la ideología de izquierdas, sin mística ni épica?.
¿Es Rodiezno algo necesario o expresa sólo la nostalgia de tiempos definitivamente sobrepasados?. Nostalgia que se resistiría a quedarse en una conmemoración. Es un hecho que a la izquierda española le cuesta admitir la deriva prosaica de la socialdemocracia del norte que convierte a esta formación, desde los tiempos de H. Schmidt, Schroeder o T. Blair, en una alternativa de gestión. Al fin y al cabo cada uno conecta con el lecho de su tradición. La socialdemocracia del norte hereda a su manera el espíritu calvinista y protestante de la responsabilidad personal, la izquierda latina vive en gran parte del espíritu católico del ideal fraterno, espíritu que en gran parte anima las utopías modernas o incluso el sentido utópico de la existencia. Cuando la sociedad del bienestar, del consumo y de las clases medias se ha extendido también por España, cuando ya es un tópico decir que el muro ha caído, la izquierda española tiene  un grave problema de definición, es decir de conexión con la realidad. No se trata de que el socialismo español no esté capacitado para ser pragmático y realista, el problema es cual puede el discurso coherente con su práctica, y cual puede ser la práctica que este a la altura de un discurso digno. Parece que Zapatero, que bien merece el título de Zapatero el bueno, tuvo una conciencia difusa, pero conciencia al fin, de este engorro y trató de enmendarlo recurriendo a teñir el ideario socialista de vagas pinceladas buenistas. Tuvo la feliz intuición de percibir la nueva mentalidad que opera ocultamente de los jóvenes, en quienes se ha filtrado insospechadamente el ideal hippy “haz el amor y no la guerra”. Es lo que corresponde a cada generación naciente, tomar  acríticamente lo más conveniente y gozoso del pasado inmediato del que parte. Zapatero destapó un mundillo ideológico hasta el momento inconcebible. La celebración de Rodiezno pretendía establecer un enlace simbólico con la mística original formada en la rudeza de la lucha de clases. No es fácil congeniar el hedonismo nihilista y la épica militarista. F.Castro por ejemplo ha tenido que denostar el hedonismo producto de la corrupción capitalista para dejar el terreno libre a la eterna convocatoria a la revolución permanente. Cuida un pueblo instalado en la pobreza pero rico en ganas de lucha contra los molinos de viento. En la práctica Zapatero pudo salir airoso al aprovechar los tiempos de la abundancia, el despilfarro y la burbuja inmobiliaria alentando las aspiraciones al bienestar basado en la protección pública tan típico de la sociedad española. Mientras la fiesta dura, vino y tocino para todos. Lo perdió todo cuando tuvo que resignarse a hacer lo contrario de lo que predicó, cuando lo había fiado todo a esta predica. Aunque no siga Rodiezno otros actos mantienen los sueños fraternos de la izquierda. Las acciones mediáticas de Sanchez Gordillo y sus seguidores no tienen fin práctico alguno, sólo se dirigen mantener viva la llama mística. Es posible que este profeta, insistiendo en lo suyo, esté llamado a protagonizar y alimentar “grandes esperanzas” en la política nacional. Al menos si los socialistas no son capaces de coger los cuernos de la realidad y admitir que una correcta y eficaz gestión y un sentimiento patriótico, es decir de defensa del interés común, no es incompatible con la solidaridad con los desfavorecidos, y puede ser hasta condición necesaria. Creo que España, que ya no es una sociedad tan católica ni en los ritos ni en el instinto, lo agradecería con el tiempo, aunque la reacción inmediata fuera tan tremendista como de costumbre.

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