jueves, 18 de julio de 2013

POLÍTICA Y VIDA.

Según informes científicos las reservas de agua no darán para alimentar a la humanidad en 2050. Como ocurre con muchos otros datos de este tipo quisieramos creer en la falibilidad de la ciencia ante la sensación de impotencia que se viene encima. Se impone la sensación de que la crisis planetaria corre como una pantera y que el paso de la humanidad para remediarla no llega siquiera al  de una tortuga. Estamos en las antípodas de la especulación de Hegel, quien pensaba que los individuos y los pueblos al entregarse a sus pasiones construyen sin saberlo el ordenamiento racional del universo. Objetivamente nada es tan urgente como avanzar en la dirección de un Gobierno Universal o al menos de instituciones operativas que hagan viable el porvenir de la humanidad y el planeta. Pero los grandes bloques emergentes que acceden al dominio del mundo basan gran parte de su poder en la explotación destructiva de las reservas del planeta argumentando con cierta razón que tienen derecho a hacer lo mismo que hemos hecho los habitantes del primer mundo. Subjetivamente los individuos y los pueblos se revuelven contra las instituciones unitarias y claman por la creación de unidades mas desmembradas y cercanas a la tierra. La ilusión por lo próximo y diferente se nutre del rechazo a la despersonalización de los sistemas políticos que convergen bajo el paraguas de la globalización. Ilusión que genera la fantasía de que las unidades menores serán más humanas y fraternas. Se confunde demasiado facilmente cambio de modelo vital con la instauración de un orden político alternativo, alternativo pero desconocido. Parece que sólo la creación incipiente de una opinión pública mundial y la progresiva eficacia de las soluciones alternativas en la dirección de nuevos modos de vivir en la tierra operan contra la tendencia autodestructiva de la humanidad.

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