lunes, 4 de febrero de 2013

HONORABILIDAD PERSONAL Y HONORABILIDAD POLÍTICA.




Rajoy ha fiado toda su defensa en reclamar la fe en su honorabilidad personal,  “no voy a la política para ganar dinero” y quiere que su honorabilidad sea la vara de medir la honorabilidad del partido.”Si yo soy bueno el partido es bueno”. Aparentemente es lo contrario que ocurría en el PSOE cuando los seguidores socialistas solían disculpar los desmanes de sus dirigentes  si actuaban “por el bien del partido”, es decir si no se lucraban ellos pero sí el Partido. Pero en el fondo es lo mismo. Tan repugnante es el beneficio particular como el beneficio del partido, si ambos son ilegítimos e inmorales. Don Mariano debiera saber, cosa que dudo, el Abc  de la moralidad política, es decir que, al dedicarse a la alta dirección pública, el honor personal es la forma intima del honor como responsable político. En este caso, su honorabilidad consiste en rendir cuentas de su responsabilidad como presidente de Gobierno y como líder del partido. Lo que está en juego no es si se lucró. ¡Faltaría más ¡si se demostrase debería no ya dimitir sino exiliarse a lo más profundo de algún bosque o desierto ignoto.  Ha de responder de la financiación de su partido y en esto va a tener mucho que demostrar para que merezca que creamos en su honorabilidad.
La reacción del personaje me confirma la sospecha de que tiene la política como una extensión de su fantasmal Registradora, y el ejercicio de la política como el apéndice de unas oposiciones públicas, las oposiciones que ganó y tanto añora. Las cosas se preparan en los despachos y luego viene hacer algún alarde público en forma de discursos institucionales o el discurso del Estado de la nación, donde se demuestra lo bien preparado que lleva uno el tema. Las insidias de los periodistas, las algarabías de los manifestantes, lo enconos de la oposición son inconvenientes accidentales con los que hay que transigir y en el peor de los casos sobrellevar estoicamente. Lo mejor es no hacer caso y pensar que los díscolos son como niños malcriados que merecerían una zurra, pero como ahora está mal visto hacer eso, lo mejor es dejarlos estar que ya se cansarán. Respecto a la oposición lo mejor son acuerdos por lo bajini y si no es posible tenerla a raya, pues tiene mucho que callar.
Todo esto no desdice la seriedad que como opositor y registrador se merece en el ejercicio del gobierno. Pero su sitio adecuado sería por ejemplo la presidencia del gobierno de Noruega o países de ese fuste donde todo es tan estable y previsible, a simple vista por lo menos, como un iceberg. Tan impertérrito personaje se ha visto metido inopinadamente, a la cabeza de todos los españoles, en la boca del huracán, y por de pronto ha reaccionado con sus reflejos instintivos reforzado quizás por quienes le hacen creer que su modo de hacer es el más virtuoso y competente posible. Ahora ya no sirve proceder como siempre y debe demostrar que sabe hacer política con mayúsculas, que no quiere decir maquiavélicamente. Empezando por demostrar la honorabilidad de las cuentas de su partido.

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