sábado, 26 de enero de 2013

EL MUNDILLO DE LOS PARTITÓCRATAS II


*Los síntomas de corrupción general e institucional aguzan la vigilancia y la exigencia de la opinión pública, pero hay que prevenir los deplorables efectos que esto puede tener  en la salud pública de la ciudadanía. Nos puede pasar como a los antiguos paganos o a los ingleses victorianos, que creían vivir rodeados de espíritus, sombras y fantasmas. Mientras que nosotros ya empezamos a sentirnos rodeados por todo tipo de embaucadores de tres al cuarto, sobresueldistas,  comisionistas exquisitos, conseguidores de postín y los más diversos subvencionados y subvencionadores.

DIRIGENTES Y BASES

*Es algo notable  de los Partidos típicos de la partitocracia hispana, su inmenso poder para  malear y conducir a sus bases y votantes, incluso en contra de lo que un momento antes era el proceder corriente. Es lo que corresponde a su naturaleza de partidos-iglesia, estructuras  piramidales depositarios de la fe común.  Por ejemplo  las bases de CiU han seguido a su cúpula como una tropa cuando esta se ha embarcado por los derroteros más extraños. Lo mismo sucedió cuando el PNV se conjuró con Batasuna en el pacto de Estella, cuando el PSOE apostó por la OTAN o aguantó el chaparrón de la corrupción. Y también, aunque comparativamente sea algo menor, cuando el PP se lío la manta del IVA y de los impuestos del IRPF. Hay que admitir que la izquierda tiene por lo general más escrúpulos, quizás por qué está más ideologizada, o quizás porque aún cree en mayor medida en la honorabilidad de la política. Pero su repudio se queda en separarse temporalmente de las filas del ejército regular para hacer pinitos en la guerrilla. Abstenerse de votar a los de siempre para votar a otros más radicales por ejemplo, o simplemente dejar de votar.
Hay en esto una parte de seguimiento del instinto gregario y de parroquia, pero éste tiene sus límites y las cúpulas lo tienen en cuenta. Algunas veces las bases no se enteran y dejan hacer a sus dirigentes, con quienes comparten el gusto por estar en la inopia. Por ejemplo cuando Aznar metió al PP en las fauces del lobo en la guerra de Irak.  Por regla general las bases se dejan llevar si tienen la sensación de que el barco se dirige a buen puerto, aunque no sea necesariamente su puerto. Los dirigentes han de saber tocar las dos principales cuerdas con las que las bases se mueven, la de los grandes ideales y utopías, y la del pragmatismo y el realismo. Cuando se apuesta por la primera se corre el riesgo de tener la palabra en prenda y que una vez que la gente se lo cree hay que ofrecer hechos, y entonces apenas hay cuerda para el pragmatismo.  Se puede por otra parte hacer una política pragmática, como la que han hecho tradicionalmente los nacionalistas catalanes, siempre y cuando se entone algún acorde utópico o se interprete éste como un bajo continuo. Lo malo es que tarde o temprano el bajo ha de transformarse en melodía, lo prometido es deuda. El problema es que una vez lanzado el tren hacia el desbocamiento no hay manera de frenarlo sin que la cúpula que lo conduce lo pague.





*DIFERENTES Y PARECIDOS

La derecha política y mediática ha presumido de tener una mayor independencia que la izquierda  de las servidumbres económicas de la política. Al disponer de una profesión o un negocio para  vivir sobradamente,  podrían dedicarse a la política de forma más desinteresada que quien tiene que vivir de ella. Los de la acera contraria han sospechado que utilizan la política para proteger sus intereses y adquirir más ventajas. Y por su parte se defienden arguyendo  que su independencia de los poderes económicos les permite dedicarse al bien común sin condiciones. Los unos no tendrían necesidad de corromperse y los otros tendrían tal grado de compromiso con lo público que apenas podrían corromperse.
Pero ambas doctrinas resultan idílicas en el marco vigente caracterizado por la consanguinidad  entre la política y los poderes económico-financieros. Siempre se ha sabido que el entramado entre la administración y los poderes económicos hacía de los políticos servidores de lo público y de sí mismos. Se observa ahora que la simbiosis entre la partitocracia y el entramado administración-finanzas marca unas reglas que abarcan con unos matices u otros a la denominada “clase política”. Se hace muy difícil distinguir  entre el comportamiento de los políticos profesionales y el de los profesionales que llegan a la política, para hacerse profesionales de la política.  Dentro de este marco general caben diversas variantes. Parece por ejemplo que está muy generalizado cobrar en dinero negro o en especie (cargos y puestos ad hoc): ¿Son remuneraciones por los servicios al partido?, ¿son “picotas” para tener la boca cerrada ante los negocios que florecen a la sombra del partido y/o la administración?, ¿es el cobro de los beneficios por su participación en los negocietes y chanchullos? En el fondo ya importa poco y parece que la gente ya no tiene tantos remilgos ante los propios, para fijarse sólo en la corrupción de los adversarios. Todavía recientemente se admitía o comprendía la corrupción si era en beneficio del Partido, es decir de “los nuestros”. Y ahora por lo menos ya empieza a ser obvio que la corrupción que se hace a la sombra del Partido es corrupción del Partido. Sea el que sea.

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