AL ALBUR DE
LAS CORRUPCIONES Y SOBRESALTOS DE CADA DÍA.
*¡Por fin los españoles estamos de
acuerdo¡. Todos hablamos de la alta corrupción, nos indignamos y la deploramos. ¡Faltaría más¡
*Más del noventa por ciento de los españoles reclaman a los partidos un pacto contra la corrupción.
Parece que estos quieren ponerse las pilas y se van a poner de acuerdo para repartirse el pasto.
* ¿Qué es más fácil: que se regenere la clase política o que se improvise una nueva clase política?. Lo primero es muy improbable, lo segundo casi imposible. ¿Existe la posibilidad de transitar por el estrecho filo que hay entre estas alternativas?. No sé cómo, pero quizá sea la única posibilidad.
*Fernando VII al levantar la cabeza:
“¡Vayamos todos los partitócratas juntos y yo el primero por la senda de la
corrupción¡”.
*El sistema partitocrático perfecto:
La partitocracia también es un sistema de contrapesos. Cada partido
corrupto tiene el contrapeso de otro partido corrupto.
*¿En qué sentido la alta corrupción puede resultar ventajosa para todos?
Ya no se trata de cobrar por las concesiones y permisos, sino de dar
permisos y otorgar concesiones para
cobrar comisiones. El otorgador-conseguidor se ve así estimulado para dinamizar la
economía con más concesiones.
*Más del noventa por ciento de los españoles reclaman a los partidos un pacto contra la corrupción.
Parece que estos quieren ponerse las pilas y se van a poner de acuerdo para repartirse el pasto.
*Una visión
cínica del progreso ibérico: progresamos
desde un país de cuentos hacia un país de cuentas.
*Se dice con bastante razón que las sociedades católicas están montadas en
base a la confianza, mientras las sociedades protestantes en base a la
desconfianza. Por eso la calidad de la convivencia personal en las sociedades
católicas tiene mayor riqueza, salud y alegría. Pero a cambio las protestantes gozan de una mayor salud política. Allí al
menos todos saben que tarde o temprano han de rendir cuentas, no ante el
altísimo, la historia o la causa, sino ante los ciudadanos de carne y hueso.
Ahora que nuestra vida cotidiana está tan atravesada por los avatares políticos convendría que empezásemos a pedir cuentas,
pero no a los políticos en general, sino a los nuestros, es decir de
nuestro partido o ideología.* ¿Qué es más fácil: que se regenere la clase política o que se improvise una nueva clase política?. Lo primero es muy improbable, lo segundo casi imposible. ¿Existe la posibilidad de transitar por el estrecho filo que hay entre estas alternativas?. No sé cómo, pero quizá sea la única posibilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario